Kubistchek
Juscelino Kubistchek en Brasilia

Se dice que Juscelino Kubitschek es el Frondizi brasileño. Ambos fueron contemporáneos y desarrollistas. Compartieron visiones y políticas similares para mejorar el rendimiento económico de sus países y aplicaron un proyecto de desarrollo superador del liberalismo y el estatismo. A pesar de que tenía un ideario político similar al de Getúlio Vargas, se diferenciaban por el rechazo de Juscelino al populismo.

El lema de su gobierno fue: “50 años de progreso en cinco años de gobierno”. Y en gran medida lo cumplió. Su mandato duró entre 1956 y 1961. Su proyecto más simbólico fue la fundación de la nueva capital, en el centro del país: Brasilia. Este hito marcó el fin Río de Janeiro como capital, en 1960.

Las primeras zapatillas, a los 12 años

Kubitschek nació en la ciudad de Diamantina, estado de Minas Gerais. Su familia era de origen gitano y muy humilde. A los dos años perdió a su padre, que se dedicaba al comercio. Criado por su madre, que era maestra, Juscelino tuvo que trabajar desde chico para mantener el hogar.  Recién a los doce años pudo tener su primer par de zapatillas.

Con gran esfuerzo, superó la escuela secundaria e ingresó a la  Universidad Federal de Minas Gerais, en Belo Horizonte, para estudiar medicina. Durante toda la carrera trabajó para solventar sus estudios. En varias ocasiones, amigos cercanos lo ayudaron económicamente. Tras graduarse, se especializó en urología, lo que lo llevó a continuar sus estudios al viejo continente: en París, Viena y Berlín.

De vuelta en Brasil, abrió su consultorio médico y empezó a mezclarse con la clase política de su estado natal. Comenzó a prestar servicios en las Fuerzas Armadas del Estado de Minas Gerais. Durante el gobierno de Getúlio Vargas, se destacó con destreza como cirujano especialista. Su especialidad le valió un fuerte prestigio con la sociedad. Se acercaba el salto a la política
Diputado, alcalde, gobernador

En 1934 ganó un escaño en la Cámara de Diputados. Fue candidato por el Partido Progresista y obtuvo un caudal importante de votos. Seis años después, fue electo alcalde de Belo Horizonte. Su mandato se destacó por las numerosas obras de infraestructura que realizó. Tanto para embellecer la ciudad como por la gran cantidad de carreteras, puentes, cañerías de agua potable, tendido eléctrico e instalación de líneas telefónicas.

Tras dejar la alcaldía, fue electo nuevamente diputado. Y en 1950 ganó la gobernación de Minas Gerais; esta vez, por el Partido Social Democrático. Su labor siguió la línea que había llevado adelante en la alcaldía de la capital estatal. Durante su mandato creció con fuerza la industria metalúrgica, dio un impulso importante a la educación con la construcción de 140 escuelas nuevas y superando los 1.100.000 estudiantes inscritos.

La llegada al Planalto

En 1955, Juscelino ganó las elecciones presidenciales. Se convirtió en el vigésimo primer presidente de Brasil. Y el único de etnia gitana en todo el mundo.

Ni bien asumió, una facción del ejército y la oposición quisieron derrocarlo. El apoyo del resto de las fuerzas armadas fue clave para evitar el golpe de Estado.

Desde el Planalto impulsó una política desarrollista, similar a la que había llevado adelante como alcalde y gobernador. Impulsó el Plan Nacional de Desarrollo, dentro del que impulsó obras públicas claves, como centrales hidroeléctricas y la ruta que conecta Belém con Brasilia. Atrajo inversiones extranjeras que radicaron industrias automovilísticas, de repuestos y de electrodomésticos. Se sustituyeron importaciones y creció el empleo. Los salarios aumentaron hasta el máximo en la historia e impulsando la demanda social ascendente. La clase media se consolidó en los grandes centros urbanos. Mejoraron la energía, el transporte, la alimentación, la industria básica y la educación.

Sin posibilidad de reelección, fue sucedido en la presidencia por Janio Quadros. Kubitschek fue elegido senador por el Estado de Goias, pero, perseguido tras el golpe de 1964, debió exiliarse.

Cuando el ambiente político parecía más calmo, pudo regresar a Brasil. Pero en 1976 murió en un trágico accidente. Su automóvil chocó contra un camión, cuando viajaba de San Pablo a Río de Janerio. La muerte del líder desarrollista está aún hoy teñida de polémica y sospecha. En 2013, la Comisión de la Verdad de Sao Paulo concluyó que el accidente automovilístico en el que falleció fue en realidad un complot de la dictadura militar que gobernaba el país.

El gobierno de Kubitschek es recordado por José Sarney, que fue oponente del desarrollista, como “lo mejor que Brasil ha tenido, por sus prácticas políticas, por sus logros y su espeto a las instituciones democráticas”.

Pero el reconocimiento tardó en llegar. Al igual que Frondizi, debieron pasar décadas hasta que su obra fuera reivindicada. Juscelino es considerado, junto con Getúlio Vargas y Lula da Silva, uno de los mejores presidentes de la historia de Brasil.


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