El primero es el uso directo de la energía, es decir para propulsar maquinaria, tractores, cosechadoras y otros equipos (transportadoras de cereal, por ejemplo), el procesamiento de alimentos, bombas de irrigación, etc.
El primero es el uso directo de la energía, es decir para propulsar maquinaria, tractores, cosechadoras y otros equipos (transportadoras de cereal, por ejemplo), el procesamiento de alimentos, bombas de irrigación, etc.

En el auge mediático de los autos eléctricos y las energías renovables, existe la creencia de que estamos ya frente a un pronto abandono de los combustibles fósiles en forma rápida y segura con el fin de mitigar la problemática ambiental global de la emisión de gases de efecto invernadero. Lamentablemente, este pensamiento errado hace que se incentiven imaginarios populares que luego son tomados por diferentes grupos ambientalistas, propagando ideas erróneas que confunden sobre los tiempos en los que este tipo de procesos llevan. La realidad muestra que pasaran décadas para lograr el abandono total de los combustibles fósiles, objetivo buscado por el llamado proceso de transición energética. La razón de esto, que es fácilmente comprobable, es que los combustibles fósiles están impregnados en TODAS las cadenas de valor vitales para nuestra vida y no es posible articular ese reemplazo fácilmente.

Y es que el mundo actual consume enormes cantidades de hidrocarburos (se estima, por ejemplo, que el consumo de petróleo a nivel mundial es de alrededor de 100 millones de barriles diarios, o sea casi 16 mil millones de litros por día) y eso es porque un amplio espectro de sectores fundamentales para la vida del ser humano utilizan, en forma directa o indirecta, petróleo, gas o carbón. Solo estas fuentes pueden proveer los volúmenes de energía eléctrica para, por ejemplo, la fabricación de medicamentos, de textiles y plásticos, para el sector automotor, aéreo, etc. pero por sobre todo para la producción de alimentos.

Es en particular esta profunda relación entre producción de alimentos y necesidad de enormes cantidades de energía un problema de complejidad para la irrupción de la transición energetica. Para que tomemos mayor magnitud del asunto, por ejemplo, la demanda anual de carbón en todo el mundo, se encuentra por encima de los 10 mil millones de toneladas, una masa cinco veces superior a la última cosecha anual de todos los cereales básicos de todo el mundo, y más del doble de la masa total de agua que beben al año los casi 8 mil millones de habitantes del planeta (5).

Precisamente la intensa explotación de los recursos fósiles en las ultimas décadas es lo que ha permitido aumentar exponencialmente la producción alimentaria global. Es lo que hizo posible que mientras que en 1950 el porcentaje de individuos en el mundo malnutridos se acercaban a dos de cada tres personas, en 2019 ese número se redujo en uno de cada once personas (1). Ahora bien ¿Cuánto aumento la población entre 1950 y 2019? En 1950 la población mundial se acercaba a unos 2500 millones de personas, mientras que, en 2019 ese valor llego a más de 7700 millones, es decir un crecimiento neto de 5200 millones de personas. Este logro impresionante en el descenso de la desnutrición global, significa que en 1950 el mundo podía producir una alimentación adecuada para 890 millones de personas. En 2019 esa cifra se acercó a 7.000 millones, un incremento de casi ocho veces en términos absolutos. (2)

Se hace evidente que la relación entre cosechas y energía ha trascendido su eje natural de la fotosíntesis o la mejora en las variedades de cultivo, y las mejoras exponenciales en el rinde de las cosechas son el resultado de algo más: precisamente el impacto de los combustibles fósiles para la producción de alimentos. Hace medio siglo, Howard Odum (estudioso de la energía y el medio ambiente) comentaba lo siguiente: “El hombre industrial ya no come papas hechas a partir de la energía solar, ahora come papas hechas, en parte, de petróleo”. Veamos con un poco más de detalle de ese impacto.

El mismo se puede dividir en dos criterios de uso energético: el primero es el uso directo de la energía, es decir para propulsar maquinaria, tractores, cosechadoras y otros equipos (transportadoras de cereal, por ejemplo), el procesamiento de alimentos, bombas de irrigación, etc. El otro es el uso indirecto que es más amplio, y tiene en cuenta la electricidad y el uso de combustibles empleados para producir esa maquinaria agrícola, la fabricación de fertilizantes, productos agroquímicos (herbicidas, insecticidas, fungicidas), plásticos y vidrio (invernaderos).

Pero vamos a los números (como ingeniero es imposible no utilizarlos).

En 1801, una granja estadounidense de producción agrícola, necesitaba de 150 horas de trabajo humano por hectárea y unos 70 bueyes/hora para obtener 1 toneladas de grano por hectárea (10% se separa para la cosecha siguiente), en resumen, se necesitaba 10 minutos de trabajo humano para producir 1 kilo de trigo.

Un siglo más tarde, en 1901, se emplean 22 horas por hectárea para obtener los mismos resultados (alrededor de una séptima parte de lo que se necesitaba en 1801), se mantiene 1 ton por hectárea de rinde, pero la inversión de trabajo humano es de solo 1,5 minutos por kilo de trigo.

Actualmente, los números sorprenden, el trabajo humano por hectárea en la actualidad es de 2 horas (¡recuerden que en 1801 era de 150 horas!), y el rendimiento aumento a un promedio de 3,5 toneladas por hectárea, reduciendo a 2 SEGUNDOS por kilogramo de grano.

Sin dudas estos altos rendimientos lograron a partir de insumos claves para aumentar los rindes (bajando los costos de producción), y entre ellos encontramos a la estrella principal de los fertilizantes, los compuestos nitrogenados o la “Urea”. En efecto la UREA, el más extendido de los fertilizantes a nivel mundial, se fabrica a través de un proceso que utiliza centralmente el GAS NATURAL. El nitrógeno es esencial como fertilizante lo cual implica su uso masivo para plantaciones alrededor del mundo.

La urea es el fertilizante más popular. Es el sólido granulado de mayor concentración de nitrógeno (N). El Nitrógeno es esencial en la planta. Forma parte de cada célula viva.
La urea es el fertilizante más popular. Es el sólido granulado de mayor concentración de nitrógeno (N). El Nitrógeno es esencial en la planta. Forma parte de cada célula viva.

Se estima que es necesario para el nivel de producción agrícola actual, entre 210 y 220 megatoneladas de nitrógeno requerido con las cosechas obtenidas, de ese número la mitad (es decir entre 105 y 110 megatoneladas de nitrógeno) es nitrógeno obtenido por medios sintéticos. Esto significa que, al menos la mitad de las cosechas recientes, serían imposibles de producirse sin fertilizantes sintéticos, y por ende la mitad de la población mundial sufriría hambre. (4)

Se hace entonces evidente que la energía es el ítem preponderante del desarrollo humano, y en base a la energía, es que encontramos la posibilidad de avanzar a un futuro mejor. Sin energía, es imposible que nos desarrollemos, sin energía no es posible cualquier actividad que llevemos a cabo, en síntesis, sin energía no hay nada…..

Esta es la simple razón por lo que básicamente hoy, es imposible abandonar los hidrocarburos ya que implicaría una crisis de producción alimentaria de proporciones bíblicas pues las energías alternativas no están hoy desarrolladas de manera de poder cubrir estas necesidades productivas que son elementales para la vida humana. Será por lo tanto una transición lenta o a la espera de que alguna innovación tecnológica aumente exponencialmente la provisión de energía que las fuentes renovables pueden hoy ofrecer.

Fuentes:


 


¿Valorás nuestro contenido?

Somos un medio de comunicación independiente y tu apoyo económico es fundamental para que que este proyecto sea sostenible y siga creciendoHacete socio y construyamos juntos Visión Desarrollista.

,Hacete socio  

x
x

Comentá

Comentarios