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El vehículo lanzador de satélites, Tronador II, está en una etapa de pruebas. (CONAE)

La actividad espacial de la actualidad se podría equiparar con las pirámides del mundo antiguo: son la síntesis del conocimiento de la época. Resuelve problemas que otras ciencias no pueden solucionar en forma aislada y genera nuevos conocimientos, que impactan en otras disciplinas y potencian el desarrollo de la sociedad. El Plan Nacional Espacial (PNE) puede considerarse una verdadera política de Estado: comenzó en 1994, fue declarado prioridad nacional por un decreto presidencial de 2005 y continúa bajo el gobierno actual. Son más de 24 años invirtiendo miles de millones de pesos y formando capital humano.

Que el plan haya tenido continuidad tras el cambio de mandato tiene sentido: la actual administración se autodefine como desarrollista. Un gobierno desarrollista toma medidas de mediano-largo plazo que implican invertir grandes sumas en proyectos de investigación y desarrollo, que tardan un tiempo en madurar y culminan con resultados inimaginables para desarrollo del país. Son apuestas por la tecnología, el agregado de valor y la generación de eslabonamientos productivos. La ejecución del PNE es, sin dudas, una política propia de un gobierno desarrollista.

La responsable de llevar a cabo el PNE es la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), que lo actualiza periódicamente desde su creación, y desde 2016 está bajo la órbita del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MINCyT). El plan vigente abarca el plazo de 2016 a 2027.

Los objetivos del PNE

Los tres componentes del plan son la observación de la tierra, la exploración y la utilización pacífica del espacio terrestre, y el desarrollo tecnológico nacional.

“Ir al espacio para ver la tierra” es la primera consigna. El fin es ofrecer información estratégica para la sociedad, que sirve para la vigilancia de fronteras, el control de plantaciones ilegales, las emergencias agropecuarias, el ordenamiento territorial, el control del mar, los cultivos y la desforestación, entre otros usos derivados de la observación del territorio continental y marítimo.  

La ciencia espacial es una oportunidad para el desarrollo tecnológico nacional y la creación de nuevas empresas innovadoras. INVAP, VENG, Y-TEC y más de 70 pymes de alto valor agregado conforman la cadena productiva asociada a este sector. El país ha emprendido proyectos de vanguardia, como SAOCOM 1A y 1B, dedicados a la fabricación de satélites de observación de la tierra para fines relacionados con la agricultura y la salud. Por sus características técnicas, son un desafío tecnológico mayor que los satélites ARSAT. Fueron emprendidos en cooperación con la Agencia Espacial Italiana.

El proyecto TRONADOR II colocará a Argentina como el primer país de Iberoamérica con un lanzador propio de satélites. Solo 10 países poseen esta tecnología y no venden el know how al resto del mundo. Es un desarrollo con el que el país adquirirá una tecnología de punta, garantizará la soberanía tecnológica y no dependencia, ahorrará divisas que dejará de gastar en servicios que hoy alquila en el exterior y generará ingreso de dólares por la venta del servicio a otros países. Se trata de un servicio con una demanda global creciente. El proyecto está en fase de desarrollo avanzada y debió ser reprogramado por la restricción presupuestaria.

La agencia espacial argentina está desarrollando, además, una nueva generación de satélites de estructura segmentada. Estos están conformados por pequeñas plataformas operadas coordinadamente —no un único satélite monolítico—, por lo que si se pierde o daña una parte no se perdería toda la misión ni la funcionalidad completa.

Un país líder en la industria espacial

En el futuro próximo seremos un país líder en la industria espacial. Los avances en los que está trabajando provocarán un crecimiento exponencial, no solo en la producción de satélites y la cantidad de lanzamientos, sino en la apertura de nuevos mercados y la comercialización de imágenes satelitales, que permitirán el desarrollo de de nuevas tecnologías aeroespaciales.

Argentina es uno de los países más extensos del mundo, que se abarca desde el trópico hasta el polo sur, con una enormidad de riquezas. La actividad espacial sola no resolverá los males del país, pero puede ser un espejo donde mirarnos, generar orgullo, respeto y reconocimiento internacional, y servir como una gran ayuda para velar por nuestro suelo y aprovechar mejor nuestros recursos.


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