Entre Ríos produce más de la mitad de la carne avícola del país. La faena de la provincia alcanzó en 2020 las 436 millones de cabezas, un 57% del total nacional. Siete de las diez empresas que más faenaron son entrerrianas, según el registro de la Cámara Argentina de Productores Avícola (CAPIA). Las exportaciones, sin embargo, cayeron más del 40% desde 2013, cuando registraron el máximo histórico, y no se han realizado inversiones considerables desde entonces en el sector. ¿Qué necesita la avicultura de la provincia motorizar el desarrollo?
El mercado interno de carne aviar creció con fuerza en los últimos 15 años. El consumo anual pasó de 28 kilos por habitante en 2006 a 50 kilos por habitante en 2020. El año pasado igualó el consumo promedio de carne vacuna. El mercado externo es la gran oportunidad de la avicultura entrerriana.
La provincia representa el 50% de las exportaciones argentinas de pollo entero congelado y el 70% de las exportaciones de pollo trozado congelado. En 2020 la carne de ave generó 178 millones de dólares de exportaciones, unas 129.000 toneladas netas, lo que representó el 13% de las ventas de Entre Ríos al exterior. En 2013, cuando registró el máximo histórico, había exportado 390 millones de dólares, unas 221.000 toneladas.
Los pollos entrerrianos son vendidos a 17 destinos, pero cinco países suman más del 90%: China, Chile, Sudáfrica, Cuba y Brasil. El resto se exporta a Francia, República Democrática del Congo, Perú, Congo, Hong Kong, Comoras, Uruguay, Vietnam, España y Namibia.
La producción avícola está distribuida en todo el territorio provincial, con especial concentración en la costa del río Uruguay, en los departamentos de Concepción del Uruguay, Colón y Gualeguaychú. La faena, por su parte, está particularmente concentrada en los departamentos de Colón, Concepción del Uruguay y Gualeguay, próximos al centro urbano de Buenos Aires.
Qué necesita el sector avícola para recuperar el mercado externo
El equipo técnico de Entre Todos Entre Ríos analizó la cadena de valor avícola y las acciones necesarias para potenciar el sector, tanto en materia productiva, como financiera, de infraestructura y ambiental.
Desde el punto de vista productivo, es necesario atraer capitales para el desarrollo de granjas y galpones, ya que desde 2013 no hay inversiones importantes en este rubro. También se debe invertir en aumentar la capacidad de congelamiento y acondicionar los frigoríficos existentes, lo que permitiría incrementar la velocidad de trabajo y soportar el mayor volumen que geraría una mayor oferta. Esto también aportaría una mayor capacidad de acopio para soportar la falta de pedidos y las demoras propias de la logística. Una expansión de la producción aviar demandará nuevos molinos para elaborar alimentos balanceados. Por último, y no menos importante, se debe prestar especial atención en mantener las condiciones de bioseguridad para evitar que el proceso de crecimiento no se vea afectado por la influenza aviar.
En el plano financiero, es importante impulsar el aumento de la oferta crediticia. Si bien las empresas reinvierten continuamente sus utilidades, la reducción del margen de ganancias en los últimos años provocó una restricción en las inversiones. Si no se complementa con créditos, esto provocará problemas de competitividad a futuro. Otro problema extendido entre los productores es la acumulación de IVA técnico, que se produce debido a que el pollo paga 10,5% de IVA mientras los insumos tributan un 21%. Una política a favor del sector debería generar mecanismos para recuperar ese saldo a favor.
El sector necesita una mayor inversión en infraestructura. En primer lugar, en la ampliación, la mejora y el mantenimiento de la trama de caminos rurales en especial en las zonas productivas que actualmente son inaccesibles. Un segundo aspecto es la disponibilidad de energía eléctrica de calidad, algo sumamente necesario por el nivel de tecnificación de la estructura productiva y que mejoraría la productividad actual. El acondicionamiento de un puerto provincial, preferentemente el de Ibicuy, es otro punto central para la competitividad de la avicultura. El puerto generaría además externalidades positivas, ya que que permitiría el uso para otras actividades.
Desde el punto de vista ambiental, es de vital importancia aumentar las inversiones en el tratamiento de efluentes líquidos y gaseosos.
Entre todos los actores participantes de la cadena avícola, y aprovechando el expertise y saber hacer adquirido en las últimas décadas, se debería idear un plan de largo plazo con el objetivo de promover el desarrollo del sector avícola. Algo que sería útil como hoja de ruta y podría replicarse en otras cadenas.
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