Trabajos en la construcción del gasoducto Presidente Néstor Kirchner que conectará a Vaca Muerta con nuestro sistema productivo. NS
Trabajos en la construcción del gasoducto Presidente Néstor Kirchner que conectará a Vaca Muerta con nuestro sistema productivo. NS

Hace unos días Infobae publicó un artículo que remarcaba la diferencia de enfoque entre el presidente Fernández y el ministro Massa respecto del tan necesario como demorado gasoducto Néstor Kirchner.

Mientras que el primero sostenía, con una intrincada explicación, que este debería ser construido con fondos públicos, el segundo había dicho, poco antes, que se recurriría al financiamiento privado para su construcción.

Lo que podría ser una diferencia de enfoques económicos e ideológicos en realidad es puro humo ya que el Estado no tiene los fondos para hacerlo (aunque supuestamente le estaría destinada parte de la recaudación del impuesto a la riqueza). Los privados no van a financiar una obra de esa magnitud en medio de la situación económica que es de todos conocida y con regulaciones que se cambian con excesiva periodicidad.

Pero, como además de esta anécdota el problema es que el gasoducto hace falta, me quedé pensando en el tema y me vino a la memoria un episodio de los años ´90 que vale la pena traer a colación.

En esa época me desempañaba como miembro del Directorio de YPF que aunque tenía una participación estatal minoritaria, era de mayoría y manejo totalmente privado. Una tarde, en una reunión, un ejecutivo de la empresa informó que estaban avanzadas las gestiones para obtener la concesión de la construcción del gasoducto que partiendo de Neuquén, y pasando por Mendoza, llevaría gas a Chile. Con sorpresa escuche esta afirmación porque días antes, en un viaje de pesca a la Laguna del Diamante, por cuya costa sur pasa el gasoducto, había visto la zanja ya terminada y estaban comenzando a desfilar los caños. El ejecutivo puso en duda lo que yo decía ya que todavía estaba en trámite la autorización.

A fin de dirimir la discusión le propuse que al volver a Mendoza realizaría nuevamente el viaje acompañado por un profesional de su confianza. Lo hicimos y trajimos dos rollos de fotos de la avanzada obra de construcción del gasoducto, hoy Gas Andes.

Ocurría que Techint de alguna manera se había adelantado a YPF y ya estaba construyendo el gasoducto por el que alguna vez circuló gas hacia Chile y ahora se está pensando en invertir su curso para traerlo a partir de licuado que llega a los puertos trasandinos.

Lo importante de esto no es la anécdota en sí sino la evidencia de que en esa época los privados se peleaban por construir las facilidades de transporte para viabilizar su negocio.

En la misma época se construyeron cinco gasoductos y un electroducto, todos por impulso e iniciativa privado. El Estado se limitaba a controlar y emitir las correspondientes concesiones de transporte. Esto era así porque era negocio hacerlo y para poder monetizar su producción tenían que contar en el tiempo más breve posible con las instalaciones logísticas, de tratamiento, los mantenimientos técnicos y todas las tareas que permiten el normal funcionamiento de esta importante y compleja industria.

Se dirá que hoy las petroleras también perforan y fracturan en la gran esperanza que es Vaca Muerta y es cierto, pues recientemente se han batido récords de perforación y fracturas.  Las compañías que tienen concesiones saben que el valor de una petrolera lo determina la cantidad de reservas que tiene por el tiempo de que dispone para extraerlas por lo tanto como la concesión sigue corriendo y, aunque en Argentina los hidrocarburos se paguen mucho menos que el precio internacional, mientras sea rentable se seguirá perforando y extrayendo lo que se pueda.

Distinto es esto a que se importen nuevos equipos (suponiendo que se pudiese) o que se realicen obras de infraestructura, tratamiento y mantenimiento que no sean indispensables. Esas inversiones con la situación económica imperante y la modificación sistemática de normas no tienen la seguridad de ser amortizadas y, por lo tanto, no se construyen y eso tarde o temprano afectará la producción.

El aporte a la reflexión que intenta hacer en este escrito es la necesidad de normalizar los parámetros económicos, darles continuidad y seguridad durante tiempo prolongado.

No alcanza, (es más, sólo agrega dudas), que se emitan normas de supuesta promoción con todo tipo de condicionantes y requisitos con beneficios a ser aprobados arbitrariamente luego de realizada la inversión. No es bueno, por lo tanto, que cada tanto aparezca un nuevo proyecto de ley para los hidrocarburos, la mayoría de los cuales no pasa del amague, pero penden encima de las decisiones de negocio que se deben tomar agregando dudas.

La sucesión de políticas erróneas ha convertido a la energía, de la palanca de nuestro desarrollo que debería ser, a una limitante para el crecimiento.

Para una actividad de capital intensivo y desenvolvimiento de largo plazo se necesita legislación y seguridad jurídica a largo plazo sin normas estertóreas adaptadas a circunstancias o intereses del momento. Y asimismo es indispensable una política económica general favorable a la inversión y a la ampliación de las actividades económicas en el país. Ese es el marco necesario para que la gestión energética arroje crecientes resultados positivos, impulsando y abasteciendo otros sectores productivos.


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