El Área Metropolitana (AMBA), constituida por 40 Partidos Bonaerenses y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se encuentra saturada. A pesar de no superar el 1% del territorio total del país (territorio urbanizado de cerca de 2.400 km2), concentra a 14.800.000 personas, que representan el 37% de los habitantes de la Argentina, y más del 40% de su Producto Bruto Industrial. La búsqueda de mejores oportunidades y calidad de vida que proyecta el AMBA atrae desde hace décadas a cientos de miles de migrantes. Ello, profundiza el desbalance poblacional de nuestro país (AMBA vs “Interior”) y a su vez, involuntariamente, hace que sea más difícil poder ordenar al espacio urbano para poder dar el bienestar “buscado”, ya que se saturan los sistemas existentes.
Este problema no es exclusivo del AMBA ya que hay amplias áreas de Argentina con una densidad poblacional similar a la del AMBA (aunque de superficie menor al AMBA, lo cual hace que se les dé menos importancia mediática y política) como en los suburbios y conurbanos de Rosario, Córdoba, Tucumán, Mendoza y Salta. En ellos se pueden encontrar asentamientos y barrios vulnerables con los mismos problemas que el AMBA. Este crecimiento no controlado de población genera que grandes extensiones de los conurbanos se encuentren en estado de anomia, ya que el Estado no puede hacerse cargo de aspectos básicos como la seguridad o los servicios básicos. De más está decir que estas anárquicas concentraciones macrocefálicas en torno a las grandes ciudades son una típica característica de país subdesarrollado.
Se vuelve imperioso entonces la promoción de otros focos urbanos que tengan la capacidad de traccionar migrantes a partir de oportunidades laborales y de mejora de la calidad de vida. Ciudades que aún puedan ser planificadas e intervenidas inteligentemente para adaptarse a estos desafíos. En este contexto es que la promoción de las Ciudades Intermedias son una interesante estrategia.
Repensando a las Ciudades Intermedias
Por Ciudades Intermedias, nos referimos a ciudades que se encuentran alejadas de las grandes áreas metropolitanas y que tienen cierto potencial de crecimiento económico y demográfico. Adicionalmente, deben reunir dos requisitos. Por un lado, un requisito cuantitativo: deben contar con una población de entre 20.000 y 145.000 hab. aprox. (este rango se adapta a la realidad argentina, en otros países es diferente). Esta población permite ganar una mínima economía de escala y ordenar eficientemente el crecimiento urbano.
Por otra parte, hay un requisito cualitativo: deben jugar un rol logístico, económico o administrativo, que les otorgue cierta influencia en su área cercana. Por rol logístico, se entiende que cuenta con un nodo vial relevante, que cuenta con una conexión ferroviaria, etc. Por rol económico, se refiere a si su economía es relevante para su área circundante; y por rol administrativo, se refiere a si cuenta con alguna institución del Estado u otra entidad (ya sea una sede judicial, un hospital de alta complejidad, universidad, etc.) que le otorgue una ventaja para despegar.
Sobre la variable cuantitativa, vale aclarar que las ciudades que alcanzan o superan los 145.000 (como por ej. Mar del Plata o Bahía Blanca), son centros urbanos consolidados que inclusive tienen su propia periferia y reciben flujos migratorios internos. Sumar más población allí, no solo no es prioritario sino que hasta puede ser problemático. Para esas ciudades se debería apuntar más un plan de ordenamiento territorial.
Beneficios concretos de desarrollar Ciudades Intermedias
Potenciar a las Ciudades Intermedias generaría diversos beneficios. En primer lugar, el crecimiento económico de estas ciudades generaría un spill-over positivo sobre su área de influencia, generando empleos y evitando la migración hacia los grandes centros urbanos. En segundo lugar, aunque de forma indirecta y a mediano plazo, ayudará a desacelerar el crecimiento del AMBA y otras grandes áreas metropolitanas. En tercer lugar, las Ciudades Intermedias y sus áreas de influencia podrían diversificar sus actividades económicas; potencialmente promoviendo al sector servicios o actividades secundarias y reduciendo su dependencia de las actividades primarias (que predominan en distritos con dicho rango poblacional).
A nivel macro, es claro que diversificar actividades es clave para países y ciudades, de ese modo puede haber resiliencia ante crisis de determinado tipo de producto. Entonces apuntalado en el boom agropecuario, pueden potenciarse los servicios del agro o la bioingeniería de semillas. Podemos complementar la rama principal de la actividad con spill overs tecnológicos agropecuarios.
También, el crecimiento de las Ciudades Intermedias favorecería (dado que se densificarían poblacionalmente) la radicación de industrias que antes optaban por el AMBA. Aquí, la logística juega un rol clave. Una mala logística implica que es menos atractivo “ir más allá de la Ruta 6” (que rodea al AMBA).
La estrategia de Ciudades Intermedias también tiene un impacto medioambiental positivo. En estas ciudades, por su tamaño, se podrían planificar políticas de movilidad sustentable; tales como el incentivo o la creación del transporte público, el uso de bicicletas, la ampliación de sendas peatonales y otras acciones tendientes a llevar a la práctica el innovador concepto de “ciudad de 15 minutos”.
En el mediano y largo plazo, las Ciudades Intermedias favorecerían el reordenamiento político-poblacional. El interior comenzará a pesar más, ya que tendrá más población y votos. De esta forma, los reclamos que en general son ignorados porque provienen (hoy) de localidades pequeñas, podrían convertirse en problemas “rentables” de solucionar para las autoridades.
A nivel internacional, España es un lugar que ejecutó exitosamente esta política de Ciudades Intermedias. De hecho, en ella se encuentra la cátedra de Ciudades Intermedias de uno de los mayores especialistas en la materia, Josep María Llop (Director de la Cátedra UNESCO de Ciudades Intermedias de la Universidad de Lleida). Él decía que la atención de los gobiernos nacionales se suele concentrar en las grandes urbes, lo cual le permite a las mismas tener más atractivos (logísticos, culturales, económicos). Sin embargo, ello genera el efecto no deseado de atraer todavía más gente a la metrópoli, lo que imposibilita la correcta organización urbana y satura las instalaciones existentes.
Algunas Ciudades Intermedias con mayor potencial para crecer
Si uno hace una primera aproximación a las Ciudades Intermedias con más potencial para crecer, uno piensa en conectividad en un sentido amplio: física y digital.
Por eso, las primeras Ciudades Intermedias a desarrollarse pueden ser las que: a) están cerca de Rutas Nacionales[1] o Autopistas b) están cerca de una red Ferroviaria Primaria[2] y c) presentan un alto grado de conectividad de telecomunicaciones (esto es, que tenga tecnología ADSL y/o Cablemódem y/o Fibra Óptica; cuente con 3G y 4G; y disponga de buena velocidad de mbps).
Es decir, estas condiciones facilitarían a las ciudades la atracción de empresas, de personas que pueden hacer teletrabajo y de familias, etc.
Las Rutas 2, 3, 5, 7 y 9 nos dan algunas potenciales perspectivas para fomentar la migración de GBA al interior. La 5 es de especial importancia porque está alejada del corredor desarrollado de la Ruta 9 y a su vez tiene muchos Partidos con una población de 40.000 hab o más (y sus respectivas ciudades cabeceras rondan o superan los 30.000 hab). Es decir, hay una masa crítica para poder traccionar su desarrollo, ya que la densidad es una variable clave para hacer obras (abarata el mantenimiento), radicar empresas (ve más personal y mercado disponible), etc.
Otro factor a considerar es la reactivación ferroviaria de cargas, clave para abaratar los fletes de industrias y la actividad primaria. Además, como tenemos pocas autopistas, al fomentar el tren, cuidamos y generamos menos gasto en mantenimiento vial, ya que las cargas las destinamos al modo ferroviario. Mejoramos la seguridad vial y favorecemos competitividad. Desde luego, la densificación de dichas ciudades podría también generar incentivos para que los trenes de pasajeros se potencien, pero hay que analizar caso por caso.
Finalmente, es importante tener en consideración que para fomentar las Ciudades Intermedias deben profesionalizarse los equipos técnicos, mejorarse la planificación y la infraestructura, a fin de reducir costos de instalación de empresas, favorecer la migración, y favorecer vía incentivos la diversificación de la matriz productiva.
Ejemplos de ciudades con este potencial son Pergamino, Junín, Chivilcoy, Chascomús, 9 de Julio y Bragado en la Provincia de Buenos Aires, Santa Rosa en La Pampa, Villa María, San Francisco, Marcos Juárez en Córdoba, Rafaela en Santa Fe y San Rafael en Mendoza.
Por estas razones, las Ciudades Intermedias son claves para un desarrollo con mayor equilibrio e integración. Su espacio urbano tiene un tamaño idóneo para poder organizar -según criterios sostenibles- la recepción de migración. La innovación tecnológica, el dialogo entre actores públicos y privados así como el foco en las necesidades reales de los habitantes de esas ciudades, son factores fundamentales para generar en las mismas un espacio de mejor convivencia y realización personal.
[1] No es una regla general, pero las rutas nacionales tienen más probabilidades de tener un mejor mantenimiento que las provinciales.
[2] Espacios en los que sea fácil recuperar o mantener. Luego, se ampliaría a otros ramales ya abandonados o precaucionados.
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