*) Por Hugo Carassai.

El economista vincula a la “moda” de los que se titulan desarrollistas, y después de señalar que “pasar del crecimiento al desarrollo” es básicamente un “slogan”, remata su nota diciendo “si Frondizi o Frigerio vinieran hoy con la fórmula de aquella época, fracasarían rotundamente”.

Sería útil que el citado articulista analizara que hizo el gobierno del Presidente Frondizi, en los años 1958/1962: sería útil por ejemplo bucear un poco en la “realidad” del momento y asumir cual eran las limitaciones de la Argentina, en el extremo del mundo, subdesarrollada, sin recursos fiscales, ni reservas, o sin la soja y la revolución de la siembra directa (estos dos últimos recursos portentosos fueron dilapidados por el kichnerismo en la “década desaprovechada”); además se tenía el “viento de cola” con precios de comodities altos, tasas de intereses bajas a nivel internacional, esto es TI (términos de intercambio) favorables, y el “hándicap” de no tener vencimientos de deuda, que fueron diferidos por el default.

Pero esencialmente, el equipo de Frondizi-Frigerio tenía algo que hoy no se da en el mercado, ni en muchos economistas, ni en el Gobierno –que se ha apropiado del Estado-, esto es: la capacidad de analizar los problemas, identificarlos, y a partir de allí aplicar o tratar de aplicar la solución mas acorde, para lograr el “objetivo”. Era el trabajo de la “usina” a lo que muchos, con criterio llaman el “método” de la verdadera idea del desarrollo nacional y la integración; la capacidad de vincular la macro-economía con la microeconomía; conocer el mundo del que se debe participar y saber la realidad de todos los días. Sin diagnóstico serio, no se puede dar el tratamiento mas adecuado.

Por eso Frondizi-Frigerio-Sábato encararon la “batalla del petróleo”, con resultados positivos, que se fue amplificando: para bajar el consumo de divisas en combustibles, desarrollar las zonas con petróleo y gas, y lograr el autoabastecimiento, lo que también derivo en flujo de gasoil para el campo. Sobre el particular, la tecnificación para producir mas, con productividad, era básica, ya que el Gobierno no animaba la antinomia agro versus industria de esos años, sino todo lo contrario: lo que hoy se llaman cadenas de valor, es decir a la agro-industria, había que abinarlas, potenciarlas.

Es un error común en la Argentina, caratular a unos y otros: neoliberales, conservadores, liberales, estatistas, privatistas, nacionalistas, y tantos otros adjetivos, pero la “realidad” impone el modelo que utilizaron en los países de sudeste asiático; “ser lo que conviene a los intereses y objetivos del país”. Por eso el crecimiento exponencial de China, Corea, y ahora Vietnam; en los 60 lo fue el desarrollo de Japón, hoy potencia mundial, en lo económico-financiero e industrial.

La Argentina debe desarrollarse, no importa el nombre que le pongamos al sistema, o al programa, o al proyecto, vale “el objetivo” desarrollo y empleo genuino, lo que en algunos casos se lograra impulsando algunas actividades desde el Estado, y en la mayoría de los casos con proyectos comerciales, industriales y agropecuarios, de la mano del capital privado, sea argentino –local o repatriado- o extranjero, con reglas de juego, que alienten la mayor actividad, para derrotar el peor flagelo –del que muchos candidatos y expositores- se olvidan: la inflación.

El incremento incesante de los precios, no solo destruye el salario, o genera mas pobres, sino que inclusive empobrece a los mas ricos, que deberían acumular mas capital –para invertir y producir- o la clase media que guste o no (a los muchachos de la nac & pop) es la que puede movilizar mas a la sociedad, para que logre cada uno capitalizarse a partir del esfuerzo y no de la pseudo distribución de las dadivas, que son fuentes de corrupción y clientelismo que obtura la verdadera democracia con votos cooptados de la ignorancia. Hace falta “distribuir el ingreso”, no sirve tratar de distribuir la riqueza, porque asi se contribuye a aumentar la pobreza. No es quitar a los que tienen, sino ayudar a que ganen los que no tienen.

Si se aprende de la historia (que es la “madre de la vida”, según conocidas definiciones) se debería reparar en los mensajes del Presidente Arturo Frondizi, verdadero estadista –que murió pobre- pero que nos dejo a todos una herencia de ideas, propuestas y proyectos, que hoy deberíamos capitalizar, pues lo que nos planteaba el 1 mayo 1958, y en su acción de esos 1428 días de desarrollo en democracia sirven, si tenemos la inteligencia de insertarlas en este mundo globalizado –que se preveía- en el cual podemos ser una potencia agroindustrial, aporte esencial para el despegue de otros sectores que podemos desarrollar si aplicamos el “conocimiento” , si nos dedicamos a sumar y no a confrontar.

Si rescatamos el método de Frondizi-Frigerio, podemos hacernos planteos útiles Sigue vigente. Simplemente hay que asumir la “realidad”, y esforzarse.


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