Argentinos caminan unidos por la bandera nacional. Fuente: PCCE

Se ha cumplido un nuevo aniversario de nuestra independencia, pero tras diversos intentos de resolver nuestros problemas, la baja calidad de la dirigencia junto a la falta de compromiso cívico ciudadano, los intereses personales mezquinos por sobre los valores compartidos y la incapacidad de conformar un sistema de generación de riqueza genuino e inclusivo,  no permiten lograr aún la consolidación de una democracia real y el desarrollo integral de nuestro potencial. proyecto nacional

Se apoderó del poder, una clase política sin preparación, atada al populismo, con una dirigencia civil que no hizo la diferencia y así, seguimos cayendo sin control y con transformaciones sociales negativas y decadentes que son máquinas de generar pobres. La pandemia del COVID 19 agravó la situación y contabilizamos “miles de muertos” en un clima social agravado por la mediocridad, la baja calidad del nivel político, la corrupción, el narcotráfico, el delito, la violencia y la falta de producción de riqueza y trabajo, en un país donde debería estar “prohibida la pobreza”. proyecto nacional

Tenemos un país muy rico y, sin embargo, la única fábrica que funciona bien es la de producir pobres e ignorantes. La dirigencia nacional debería actuar con sabiduría para lograr por fin, la “unión nacional” y la “integración y el desarrollo” promoviendo la “generación de riqueza” para distribuirla adecuadamente y profundizar los lazos de integración, cooperación estratégica y política con América del Sur y el resto del mundo. Para ello, es indispensable consensuar un conjunto de “políticas de Estado”, respetarlas, darle continuidad y potenciar la gestión de esas políticas públicas.

Los ejemplos de otros países deberían servirnos para comprender que, solo generando riqueza con trabajo genuino podemos mejorar la calidad de vida y garantizar un desarrollo humano legítimo.

Pareciera que estamos condenados a la pobreza extrema y nuestra historia de las últimas décadas, muestra, que somos incapaces de generar un proyecto de “integración y desarrollo genuino”, que permita producir riqueza, brindar prosperidad y oportunidades, mejorar la educación y su infraestructura, contar con un eficiente sistema de salud y poder brindar, además, buenos ejemplos en una Argentina integrada en nuestro territorio y con el mundo.

No se puede continuar agrediendo y marginando a ningún sector y se debe reestablecer la paz y la concordia nacional.

Muchos que ya no están, tuvieron el mismo sueño que tenemos tantos, vivir en una patria grande y generosa con movilidad social positiva y con posibilidades de progreso. Muchos todavía creemos que es imperioso volver a los “valores” de la honestidad, buenos ejemplos, educación, oficios, trabajo y una justicia creíble que castigue el delito. El narcotráfico se instaló en la sociedad y es otro veneno que enferma a nuestra juventud, junto con el alcohol y un relativismo moral decadente.

La situación requiere buenos ejemplos y una sociedad como la de nuestros abuelos (criollos e inmigrantes), donde un simple apretón de manos valía más que un contrato. Donde la “palabra” tenía valor y el trabajo y el estudio eran los principales aspiracionales de una sociedad orgullosa y progresista. Faltan buenos ejemplos que todavía conservan muchos pero que cada vez son menos.

Está en juego nuestra supervivencia y la Argentina, no puede continuar anclada en el pasado. Debe superar la chatura, la mediocridad, la corrupción y la impunidad de la política que se viene imponiendo en nuestro país desde hace varias décadas. La ausencia de ejemplos y de grandeza están a la vista de quién lo quiera ver. Se debe “humanizar, institucionalizar correctamente, profesionalizar la gestión política y la administración de la cosa pública” y para ello, se requieren líderes de calidad. La calidad implica poseer una escala de valores trascendentes y estar asentada sobre los principios de un “persona de bien”, para poder ejercer con autoridad moral una actividad pública que solo debe perseguir el bienestar general de la sociedad. Calidad implica también, respeto al mérito, es decir, estudiar, prepararse o rodearse de los mejores en cada disciplina. Esta, es una de las principales virtudes de un líder, saber impulsar y motivar a profesionales de excelencia para realizar cada tarea, aprovechando de cada uno el máximo potencial. El término profesional, no implica, poseer títulos ni pergaminos especiales, implica idoneidad, calidad humana, decencia, preparación y experiencia. Lo ideal sería contar con líderes, dirigentes y cuadros técnicos, que transiten con alternancia, el circuito virtuoso que relaciona a la universidad, la actividad privada y la función pública, tal como ocurre en muchos países desarrollados. La buena política implica rodearse de “buena gente”. Decía José Ingenieros “De seres sin ideales ninguna grandeza espera los pueblos”. Lograr esta transformación, plasmada en un gran proyecto nacional, es el gran desafío que tienen los partidos políticos, si verdaderamente aspiran a servir a la comunidad y desenvolverla en una democracia republicana, representativa y federal. Por ello en la renovación de los cuadros hay que estimular la presencia de argentinos cultos, idealistas y comprometidos con el destino común y de grandeza que alguna vez soñaron las pasadas generaciones.

Es muy triste seguir hablando mal del pasado que nos tocó vivir y más triste aún, es verificar en forma reiterada, la sensación de estar cayendo por un tobogán infinito que no tiene fin. Por mencionar un solo antecedente relevante que en el año 2001 recibió mucho apoyo fue el “Diálogo Argentino”, que nació como una iniciativa del Programa de Naciones Unidas (PNUD) de Argentina, con la colaboración del Episcopado Argentino y con el apoyo del Gobierno Nacional, con el objeto de superar la situación de emergencia por la caída del gobierno radical bajo la presidencia de Fernando De la Rúa. Por lo tanto, la necesidad de producir un diálogo serio y profundo entre las fuerzas políticas, económicas y sociales de Argentina surgieron hace 20 años y lejos de encontrarse respuestas y soluciones el tobogán aceleró la caída y continuó el deterioro y la crisis de valores se agravó aún más y pareciera no tener fin.

Deseo señalar además, la importancia y necesidad que tiene para una sociedad moderna, reconstruir el proceso de generación de riqueza y de recuperación de los “valores”, donde el desafío de cada uno de nosotros, es “ser mejores” no para ganarle a nadie, pero si, para no pertenecer a ese conjunto de ciudadanos que no trabajan, no estudian y se acostumbraron a que el Estado los sostengan sin aportar nada al país e incluso aquellos, disfrazados de funcionarios o familiares de funcionarios, que continúan pontificando, solo para ellos, esas “verdades reveladas” pero que a todas luces están comprometidos con su conchabo propio o familiar y no pueden levantar las “banderas” de la Integración y el Desarrollo sin poner en riesgo su dependencia laboral.

Como posible respuesta a todo esto, es imperioso destacar la profunda necesidad de contar con un “Proyecto Nacional” que viabilice el fantástico potencial argentino, consensuar las aspiraciones y necesidades de todos los sectores sociales y permitir la generación de un modelo de producción y distribución de riqueza. No se puede distribuir lo que no existe y no se pueden implementar políticas sin contar con los recursos necesarios para ellas.

No hay fórmulas mágicas para alcanzar el éxito, pero además de trabajar, estudiar, investigar, hay que volver a soñar una patria grande, rica y generosa para todos los argentinos.


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