El Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) es un organismo descentralizado, creado mediante la Ley 24515, se ubicó en la órbita del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación.
El Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) es un organismo descentralizado, creado mediante la Ley 24515, se ubicó en la órbita del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación.

El vocero presidencial acaba de anunciar el inminente desmantelamiento del Inadi argumentando la decisión en los siguientes términos: “Se tomó la decisión de avanzar en el desmantelamiento de diferentes institutos que efectivamente no sirven absolutamente para nada o son grandes cajas de la política o lugares para generar empleo militante y el primero de ellos va a ser el Inadi”.

En lugar de pensar en desmantelar, quizás sería más valido pensar que si diferentes institutos no sirven para nada, que se analice con que propósito se crearon y actualizar dicha misión, si son grandes cajas de la política, actuar firmemente para que dejen de serlo. Si son lugares para generar empleo militante, que no lo generen más y se den de baja esos contratos inmediatamente. Incluso que se ajuste realmente su dotación a las capacidades y necesidades reales del mismo son soluciones mucho más equilibradas y sensatas que un desmantelamiento, lo que además tira por la borda todo el valor ya generado en este tiempo por estos organismos y entidades.

Todo esto se hace mejorando el sistema de control del funcionamiento de cada instituto/organismo, haciendo que el acceso a todo cargo (administración central, entes descentralizados, agencias, etc) lo sea por concurso y se fije un presupuesto por objetivos anuales, con la mirada puesta en que no haya subejecución del mismo. Y con auditorias. Pero sobre todo con férrea voluntad política. De esa manera los institutos pueden cumplir sus funciones sin sus vicios ni malversaciones.

En particular me quiero enfocar en el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo al cual Adorni considera “no sirve para nada”. “Trabajamos para combatir toda forma de discriminación, xenofobia y racismo, impulsando políticas públicas federales y transversales en articulación con la sociedad civil para lograr una sociedad diversa e igualitaria” señala como misión su sitio web. Para contextualizar la importancia de su existencia, baste decir que en un mundo convulsionado como en el que vivimos, la misma se justifique per se. Algunos datos de la realidad: las guerras religiosas, los enfrentamientos étnicos y pisando nuestra propia tierra, la discriminación que tiene como objetivos el aspecto físico, la orientación sexual y la nacionalidad de las personas.

Los sistemas de creencias que avalan la cultura y las costumbres de la sociedad en un momento determinado, se van transformando dando lugar a nuevos paradigmas que vuelven a avalar las culturas y las costumbres de la sociedad, en otro momento determinado. Es el devenir de Heráclito.

Va de suyo que los sistemas de creencias se pueden revisar en cada una de las dimensiones que ocupamos las personas: la familia, la amistad, en los lugares de formación académica, en los lugares de trabajo, en los clubes deportivos, etc. Y allí es donde el INADI despliega potencial; en esos espacios es donde trabaja llevando el saber y las experiencias que permiten facilitar los procesos de revisión de los sistemas de creencias.

Es muy importante conocer, más allá de la información que pueda estar circulando, que cuando una persona es víctima de un acto de discriminación o xenofobia, apuesta a que lo que le pasó no le suceda a otras personas y por lo tanto requiere al INADI no en su función de autoridad administrativa que procura dictámenes no vinculantes realizados por personal especializado, sino para que tome intervención en su más destacable función, que es la de promover derechos. No escapa que lo mismo hacen –o deberían hacer- el poder legislativo y el judicial, como tampoco escapa que la especialidad del organismo en estos casos es superlativa e insoslayable.

En las áreas de defensa y promoción de los DDHH así como en el Inadi, suceden situaciones que no salen a la luz (de las cámaras) ya que no están protagonizadas por alguna celebridad: una madre que viene en nombre de su hijo/a víctima de discriminación por su orientación sexual en el colegio y pide que al organismo que se acerque hasta el establecimiento para dar una charla (si, leyeron bien, en el colegio, no nos creamos que la juventud viene con otro chip, porque lo primero que reciben cuando todavía no lo pueden poner en crisis, es la información de la casa…y les digo algo más: todas las personas discriminamos, no nos damos cuenta porque estamos atravesados por sesgos que son inconscientes –esto lo dejo para otra publicación por el momento); un acompañante terapéutico que pide una intervención porque en la escuela a la que asiste el joven con movilidad reducida (silla de ruedas) a quien acompaña, resuelve que ese año lectivo, ese curso estará en la planta alta del edificio, socavando la universalidad e integridad propia de los derechos humanos pues mientras garantiza el derecho a la educación vulnera el derecho a la dignidad humana al no poder contar con los momentos de esparcimiento que representa el recreo que tiene lugar en el patio de la planta baja.

Podría surgir la pregunta de por qué no lo hace el colegio mismo el abordaje y podría resultar la respuesta de que no tiene la “especialidad” que es propia de un organismo que hace del tema su trabajo diario. Y hay algo más: el estado es el principal protagonista de la discriminación: cuando no hay clases por las condiciones edilicias de las escuelas, cuando no hay turnos para la atención de la salud, cuando no hay accesibilidad en los edificios para que las personas con discapacidad tengan las mismas oportunidades, cuando no se controla la ley de talles, cuando no se  controla que las obras nuevas cumplan con las ordenanzas vigentes….obvio que la lista es interminable y es para toda esa lista que el INADI tiene que seguir en pie, con los ajustes que necesite porque su función es precisamente esa: hacer conocer nuestros derechos e intervenir cuando el estado en cualquier de sus estamentos, los vulnera. Para las cuestiones de discriminación entre particulares está la justicia.

Sus funciones
  • Actúa como organismo de aplicación de la ley 23.592 de Actos Discriminatorios.
  • Recibe y centraliza denuncias sobre conductas discriminatorias, xenofóbicas o racistas a nivel nacional.
  • Brinda un servicio de asesoramiento integral y gratuito para personas o grupos discriminados o víctimas de racismo.
  • Diseña campañas de concientización tendientes a la valorización del pluralismo social y cultural, y a la eliminación de prácticas discriminatorias.
  • Proporciona al Ministerio Público y a los tribunales judiciales asesoramiento técnico especializado en los asuntos relativos a la temática de su competencia.
  • Realiza capacitaciones a pedido de instituciones públicas, privadas o de la sociedad civil, para promocionar los derechos de las personas.

 


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