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Las discográficas quebraron, pero no por eso se dejó de escuchar música, razonó Agustín Frizzera. Y el mismo desafío enfrentan los partidos políticos. “La política va seguir existiendo, pero es posible que suceda al margen de los partidos”, planteó el director de Democracia en Red en el último panel de la jornada sobre la revolución 4.0, organizada por la Usina Desarrollista. Frizzera compartió la mesa sobre Democracia 2.0 con el diputado nacional Fabio Quetglas y el director académico de la Usina, Guillermo Ariza. “Los partidos políticos fracasaron al no renovar su formato clientelar, que viene del siglo XIX. Pero esto obliga a plantear un cambio, no sólo a declarar un fracaso”, replicó Ariza.

El cambio al que se enfrenta la política es profundo, subrayó Quetglas, porque “afecta lo más humano de lo humano: su vincularidad”. “Conseguimos novia, compramos, opinamos, protestamos, nos expresamos a través de la tecnología. Interfiere en el núcleo de cómo nos relacionamos. El hecho político es eso. Y si eso cambia, la definición de ciudadanía se altera”, completó el diputado bonaerense.

En esa línea, Frizzera criticó que el país tenga “instituciones del siglo XIX con realidades políticas del siglo XXI”. “La industria no es la misma, las discográficas quebraron, sin embargo, los partidos y las instituciones políticas pretenden mantenerse al margen. No lo van a lograr”, sostuvo el fundador del Partido de la Red.

Aunque aclaró que compartía el diagnóstico de Frizzera, Ariza hizo un llamado de atención para no tener “una actitud ingenua ante la tecnología”. “No viene libre de riesgos, ni nos llega sin dueños y patrones de comportamiento incorporados, que no siempre promueven activas solidaridades comunitarias. Estoy un poquito en alerta con la parafernalia de la tecnología y sus adoradores acríticos, que sostienen que «esto nos pasa por arriba y lo único que hay que hacer es sumarse»”, apuntó.

Un camino nacional hacia el siglo XXI

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El diputado Fabio Quetglas participó en la jornada de la Usina

Ariza recordó que cuando Rogelio Frigerio escribió en 1987 su último libro, Ciencia, Tecnología y Futuro, planteó en que había “un camino nacional hacia el siglo XXI”. “Sostenía que había que incorporar toda la tecnología posible, pero que había que darle un marco nacional porque nadie iba a venir a ocuparse de nuestros pobres y esto lo decía cuando no estaba la fractura social en el punto que está hoy”, explicó.

El desafío de integración social es infinitamente más grande en términos cuantitativos, señaló Ariza. Para el politólogo la solución pasa “invariablemente por asumir que estamos todos dentro del mismo territorio, somos parte de una comunidad concreta, aunque sea desigual e inequitativa. Si bien en un sentido general somos miembros del género humano, está claro que tenemos una responsabilidad primaria sobre nuestro prójimo, nuestros compatriotas”.

Argentina tiene, según Quetglas, una limitación importante para incorporarse plenamente en la economía del conocimiento. “El problema más grande es que es un país descapitalizado. En reservas del Banco Central y en infraestructura, pero también en capital cognitivo. Y descapitalizado en términos de capital social y niveles de confianza”, expuso el legislador de Cambiemos.

Los procesos de capitalización son costosos, advirtió el bonaerense. “Y en Argentina hay una idea de que tenemos que recapitalizar mágicamente, sin pagar los costos. Es irresoluble”, cuestionó. Para Quetlgas, el “gran problema argentino es que este orden subdesarrollado y prebendario es negocio para muchos”.

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