Ucrania
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, en la obra del Centro Nacional Espacial. / Twitter (@/KremlinRussia_E)

Nada más difícil que analizar un mundo en transición. Lo prueban las distintas miradas sobre la invasión de Rusia a Ucrania. El primer reflejo de los analistas es recurrir a las cajas de herramientas conceptuales conocidas para enmarcar esta acción bélica y tratar de darle sentido. Sin embargo, esta práctica puede ser contraproducente para un entendimiento cabal de la situación actual. El primer paso es distinguir las herramientas sólidas que siguen funcionando de las ya herrumbradas.

La práctica habitual de los estudiosos de la política internacional es contar el número de grandes poderes involucrados. A veces esto es simple: en el mundo de la Guerra Fría había dos superpoderes claramente desmarcados del resto: EEUU y la URSS A esa cuenta de dos se llegaba analizando primordialmente las capacidades militares de las naciones. Este cálculo de poder, sin embargo, mostraba falencias: la URSS adolecía de grandes problemas económicos que finalmente generaron su caída. 

Teniendo en cuenta esto nos adentramos en las dos variables claves para entender, en su estructura más básica, la actualidad internacional: el poderío militar y el desempeño económico. Y en tal sentido, esto otra vez complica el análisis. Se da por descontado que los dos grandes contendientes son EEUU y China, ¿pero qué lugar ocupa una Rusia que resurgió del marasmo de la caída de la URSS pero sin alcanzar el poderío de aquella? ¿Qué miramos en Rusia, sus capacidades militares de primer nivel o su economía, que es menor a la de Brasil?

Asimismo, y proyectado el análisis, ¿cuál será la situación de EEUU? Las divisiones internas y una economía que dista de ser aquella que lo llevó a la cúspide en el siglo XX arrojan dudas sobre su futuro. Algo similar sucede con China, cuyo fenomenal crecimiento se ha ralentizado y deberá enfrentar las consecuencias económicas que la competencia geopolítica le impone.

A nivel doméstico, los tres países enfrentan un pronóstico reservado. Las divisiones dentro de los EEUU hacen temer por la continuidad de su sistema político, pero también Rusia y China a mediano plazo deberán lidiar con la siempre complicada transición de sus respectivos hombres fuertes. 

En síntesis, si hablamos en términos geopolíticos, hoy existen tres grandes jugadores en el mundo. A unas décadas vista, no hay que descartar el ascenso de otras naciones. India es siempre un candidato para esto. Japón, la tercera economía del mundo, puede siempre acrecentar sus capacidades militares para ganar más peso geopolítico. Y la Unión Europea, el eterno candidato a jugar un rol más fuerte internacional, parece fuera de esta competencia: si bien su economía y tecnología le permitiría ocupar ese rol, las grandes divisiones internas y la falta de una conducción política unificada alejan esa posibilidad.

El mundo actual ofrece en el tablero estratégico militar tres jugadores muy destacados por sobre el resto. Esto seguirá siendo así por varias décadas, ya que poseen actualmente las capacidades para sostener sus ambiciones y se encuentran en la frontera tecnológica. Con esto intento desterrar la idea de que nos encontramos ante una segunda Guerra Fría. Los actores no son dos, son tres.


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