Mendoza

El programa de desarrollo e integración nacional del año 1958 avanzó con un ritmo y velocidad tal, que al cabo de pocos meses no solo comenzaron a verse cambios cualitativos en la calidad de vida de la población, sino que también se sentaron las bases de una infraestructura que aún hoy aprovechamos. Hoy todavía tenemos operativos los caminos, puentes, represas, ductos y otros equipamientos; resultado del arduo trabajo realizado en ese entonces. Mendoza no estuvo fuera de estos cambios, ya que además de haber recibido los beneficios directos de este proceso, fue uno de los motores principales para que este programa comenzara a funcionar.

Sin embargo cuando abordamos el tema del desarrollo en la actualidad con el enfoque de aquellos visionarios, encontramos que algunas variables con las que se diseñó ese programa han cambiado sustancialmente.

Por ejemplo, los niveles de pobreza y marginalidad no eran los mismos de los que sufrimos actualmente. La droga no existía y la cultura del trabajo era un valor primordial de la sociedad argentina.

Además hoy en día, la comunicación y el vertiginoso avance de la informática en las últimas dos décadas, hace que el simple proceso de transformación de materias primas en manufacturas y bienes industriales, actualmente tengan una carga tecnológica y de valor agregado de conocimiento que resultaba inimaginable a principios de la década del 60.

Mendoza, como lo fue en esa época, todavía debe ser uno de los motores del desarrollo argentino. Sus características geopolíticas, la estructura socioeconómica, sus recursos naturales y su historia la posicionan como una provincia que a pesar de poder subsistir por su actividad regional y su conexión con el país vecino, lo hace inmersa en el subdesarrollo que acompaña a nuestra nación desde hace décadas.

Es así, que esta provincia debe liderar las acciones para sostener el federalismo como herramienta para la integración nacional.

Actualmente la concepción de federalismo, no ha hecho más que aislar cada provincia logrando que las administraciones más fuertes subsistan y las débiles, se conviertan parásitos de la Nación con un alto empleo estatal y una baja productividad. Un caso especial es la provincia de Mendoza que a pesar de contar con una histórica industria como es la vitivinícola, acompañada de la extracción de petróleo y gas, la minería y en menor medida pero en crecimiento el turismo, tenga una planta de empleo público provincial del 30%, sostenido en parte por el estado nacional mediante empréstitos y con casi un 10% de empleados públicos nacionales. Además, de una tasa de empleo informal del 30%.

La crisis energética que atraviesa el país no solo afecta a Mendoza, sino que la transforma en parte del problema. Al año 2014, la producción de petróleo en la provincia disminuyo % 20,1 respecto al 2005, y por cuarto año consecutivo se mantiene en baja. Esto demuestra que la estatización de YPF, más allá de lo simbólico no generó un cambio cualitativo en la situación del país. Además el país importa 40% de gas, y Mendoza, en vez de intentar producir para abastecer la Nación, ha registrado una merma de 5,14% respecto del año anterior.

En materia vitivinícola, las exportaciones se han visto reducidas estos últimos años por la falta de competitividad de la moneda nacional y del alto costo de producción de los vinos mendocinos, en parte por la alta inflación. Además del faltante de insumos por cierre de importaciones, y la mala calidad o escasez de insumos nacionales. También, en los últimos dos años productores de viñedos, han tenido graves dificultades a la hora de cosechar, ya que el precio por kilo de uva es demasiado bajo de acuerdo al precio del producto final y al fuerte régimen impositivo que sufren, sumado a la pérdida de cosecha por el granizo no prevenido.

De esta manera vemos, como la falta de recursos, y la mala organización de los disponibles, ha originado no solo un problema fiscal provincial (un déficit de $3.700 millones) sino un estancamiento que afecta el desarrollo de la provincia y a su vez, el de la región.

Mendoza, motor del desarrollo.

La provincia de Mendoza tiene que ser el camino de la integración. Sosteniendo las banderas del federalismo, pero dirigido a la integración nacional y el desarrollo.

La promoción industrial de los 80, no hizo más que remover recursos de un lado y entregarlos en otro, atentando contra la integración. Es claro que enfrentar las provincias más productivas con las menos productivas no soluciona el problema del sub-desarrollo.

Es por esta razón, que el trabajo de Mendoza debe ser acomodar las finanzas, invertir en los sectores claves, y avanzar con la bandera del desarrollo, no solo para los mendocinos sino en función de la integración regional y nacional.

Acciones concretas

Uno de los temas más importantes y delicados para el gobierno que sigue es disminuir el gasto público improductivo. Medida que va de la mano con la disminución inmediata de la alta presión impositiva.

Disminuir el gasto estatal, no significa despedir empleados públicos y recortar subsidios a la población. Esto significa que se deben crear condiciones inmediatas en el sector privado para permitir la migración del empleo estatal al privado por ser más competitivo y pagar mejores sueldos. También hay que lograr una optimización de recursos y blanquear procesos administrativos burocráticos, principalmente en el sistema de contrataciones y licitaciones.

Al disminuir el gasto público improductivo, no sólo se elimina el peso muerto, sino que aumenta la capacidad de ahorro que debe ser utilizada para reacondicionar la infraestructura de la provincia, principalmente en el marco de transporte y comunicaciones.

Inmediatamente, el alivio de la presión impositiva es primordial para lograr inversiones en materia de energía, irrigación, e industria. Se deben crear los mecanismos que permitan que parte de los fondos que actualmente se cobran en forma de impuesto a los productores a los productores agroindustriales, vitivinícolas, petroleros, mineros, etc; sean redirigidos a inversiones claves y estratégicas.

Este mecanismo claramente debe permitir hacer sentir al productor actual ser parte de este proceso, transformándolo en inversor y no en un simple contribuyente.

Estas acciones permitirán regularizar el empleo local y la producción. Asimismo el impuesto se transforma en una inversión, que genera riqueza y que tributa descomprimiendo al productor y eliminando la posibilidad de déficit fiscal.

Un ejemplo claro de cómo los recursos deben ser redirigidos a las inversiones estratégicas, es el del ex – gobernador de Mendoza Ernesto Arturo Ueltschi (1958-1961) dirigió, ley mediante, los ingresos de regalías petroleras (que se usaban para los gastos corrientes y salarios) a la inversión en energías alternativas renovables. Gracias a este plan de infraestructura, podemos contar con una serie de embalses que producen y abastecen de energía eléctrica a parte del oeste del país.

Algunas de las inversiones necesarias y primordiales, son las que deben dirigirse para volver al autoabastecimiento energético, en producción de petróleo, gas o energía hidroeléctrica con la construcción de nuevas represas; y en estudiar responsablemente la implementación de energía nuclear (con la reapertura la mina de uranio de Sierra Pintada en Mendoza) e ir discutiendo seriamente en promover energías alternativas.

Estas acciones activarán rápidamente el proceso de industrialización local y comenzará un fuerte efecto dominó para reactivar las regiones menos productivas pero vitales para la integración nacional.

Dicha integración productiva se debe realizar de manera abarcativa y diversa. Mendoza tiene ejemplos claros de la sinergia necesaria campo-industria. Ejemplo de esto son los viñedos mendocinos que en gran medida cuentan con agua con sistemas de riegos controlados, energía eléctrica y tela antigranizo, gracias a la construcción de embalses y uso de la metalurgia, transformando un producto agrícola en agroindustrial, libre de las inclemencias climáticas y de sequías. Sin embargo muchos de estos complementos necesarios, deben ser importados o son fabricados con tecnología antigua o de baja calidad, debido a los altos costos o la inviabilidad para producirlos. Es por esta razón, que la creación de una industria moderna y actualizada, contribuirá con el agro solucionando gran parte de la problemática crónica que actualmente atraviesa.

Todas estas acciones, solo podrán realizarse con un estado Nacional presente y activo que presente un plan de integración de todo el territorio argentino, haciendo olvidar de una vez por todas las mezquindades provinciales que afectan las relaciones regionales. Solo de esta manera, Mendoza está destinada a ser uno de los motores para el desarrollo de nuestra gran Nación.


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