Respuesta al artículo de Mario Morando Los errores del desarrollismo que no deben repetirse.
*) Por José Giménez Rebora.
No es cierto que hubiera habido «tironeos» (una cosa es prudencia y preparación y otra ser un aprendiz que tironea); el gobierno se inició el 1.5.58 y el gobierno aprobó el plan de estabilización en junio de ese año anunciándolo el 29.12.58 (no un año como se ha dicho y el propio texto del discurso da cuenta de la precedencia que las inversiones tenían sobre la estabilización sin perjuicio que en ella se trabajara desde el comienzo mismo del gobierno) O sea que no hubo «tironeo» solo que no se reconocía prioridades y no se consideraba apropiado estabilizar un país postrado sin afrontar previamente ciertos pasos.
Además, antes del 29.12.58 ya se dictó y aplicó el plan de Austeridad y Racionalización Administrativa.
Tampoco es cierto que se desbocara la inflación. Una cosa son el sinceramiento y la especulación y otra la estabilización que se alcanzó efectivamente (los números cantan)
Lo de las reuniones de gabinete es un sinsentido. Regía la Constitución de 1853 que preveía solo ocho ministros. La ley de ministerios había sido durante impugnada en la Cámara de Diputados y por los grandes diarios. Se decía que los Secretarios de Estado no eran ministros. No era cuestión de abrir otro frente de debates incorporando a los Secretarios de Estado a las reuniones de gabinete cuando cada ministro responsable podía reunir al respectivo equipo. Ya había bastantes abiertos.
Constan en el boletín oficial todos los decretos firmados «en acuerdo de ministros» (ocho hasta junio de 1959, siete desde Alsogaray que simultáneamente fue ministro de Economía y de Trabajo desde julio de 1959 a abril de 1961 y de nuevo ocho desde entonces)
No es cierto que se ahogara el crédito para la industria, sino todo lo contrario (se sancionó y aplicó la ley de promoción industrial 14781 y hubo numerosas disposiciones fiscales y bancarias, lo que son ejemplos y desmentida)
Tampoco es cierto que la «segunda» tensión derivó de la falta de trámite legislativo de los tres contratos suscriptos por YPF en 1958 (hay que recordar que regía la ley Sáenz Peña por lo que la UCRI tenía 2/3 de la Cámara de diputados y la totalidad de los senadores. Esos tres contratos –como los restantes 10 firmados a posteriori- fueron perfectamente legales. Además, el sonsonete del tratamiento legislativo sobrevino a la anulación de noviembre de 1963 (no era cosa que entonces se discutiera mucho)
Es inexacto que se aplicara un proteccionismo a ultranza y que se “ineficiantizara” la industria. Al revés la modernización fue una característica del período (se incorporó al país la primera computadora de Sudamérica, se modernizaron Aerolíneas, se conformó en CONICET, Bernardo Houssay acompañó al presidente en su gira europea y recibió con el doctorado Honoris Causa en España, los ferrocarriles se modernizaron, se produjeron los último modelos de autos, etc.)
La inversión extranjera no se fomentó indiscriminadamente. Todo lo contrario. Cuando las cinco grandes automotrices (tres americanas y dos europeas) no invirtieron porque preferían importar, recién «se abrieron las puertas» lo cual no obstó, por ejemplo, a que Frondizi promoviera en 1960 el Tratado de creación de la zona latinoamericana de libre comercio creando la ALALC en 1960 (tratado de Montevideo) que previó los acuerdos de complementación a nivel de empresas (art. 23).
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