El aprovechamiento del viento patagónico puede ser hoy lo que en 1958 representaron los contratos petroleros que entonces firmó YPF. En aquella oportunidad se alcanzó el autoabastecimiento petrolero en menos de cuatro años, explotando con inversión externa reservas que ya estaban registradas y disponibles, para lo cual YPF no tenía capital trabajo ni equipos suficientes.

Hoy aquella gesta no puede repetirse por varias razones. No hay confirmadas suficientes reservas, el precio actual del petróleo desalienta la inversión, y los yacimientos no convencionales como Vaca Muerta están en una etapa experimental con costos todavía altísimos.

Pero tenemos el viento. Todo el mundo sabe que la Argentina tiene los mejores vientos del planeta sobre tierra firme, equivalentes a los del Mar del Norte pero con desafíos logísticos notablemente menores. Sin embargo tenemos hasta ahora emprendimientos eólicos que son raquíticos y disuasivamente caros respecto de nuestras potencialidades.

Numerosos estudios de inversión en el país (en la Argentina no falta inteligencia ni aptitud profesional) tienen carpetas listas para lanzar sus proyectos eólicos cuando haya subsidios para ello, pero en general parten de la premisa errada de que la energía eólica es buena y amigable con el medio ambiente, pero cara, por lo que necesita subsidios. A esta altura del desenvolvimiento de la tecnología a nivel mundial esto es rotundamente falso.
Casi todos los cálculos locales ponen el MWh por encima de los cien dólares, algunos expertos la proyectan a bastante más (u$s 113). Es por eso que los empresarios argentinos más visionarios invierten en energía eólica ¡en Uruguay!, donde de hecho van generando electricidad a la mitad o menos del precio que se calcula aquí. Eliminar el famoso ‘costo argentino‘ es uno de los grandes desafíos de esta época, si queremos ser un país en serio. Y los vientos uruguayos, similares a los pampeanos, no son nada al lado de los patagónicos. La clave es la escala de la inversión necesaria.

Además de los intereses concretos que prefieren cobrar caro lo que se puede producir mucho más barato, existen fuertes malentendidos entre algunos expertos: que la eólica es esporádica y por lo tanto no puede ser tenida en cuenta a la hora de modificar realmente la matriz energética; que es ‘buena’ ambientalmente hablando pero cara por definición; que se presenta geográficamente dispersa y por lo tanto no se puede considerar como un aporte importante a la generación total y certezas por el estilo, que pueden haber tenido algún asidero técnico en el pasado, cuando había molinitos que no generaban mucho y costaba un Perú ponerlos a andará Todo ello ha sido resuelto de modo virtuoso por la tecnología de los aerogeneradores a nivel mundial. Hay ingentes recursos disponibles en el mundo para ello, públicos y privados, debido al calentamiento global.

El presidente Macri habló de energías no convencionales. Aquí la tiene: es la eólica. Poniéndola en valor con un máster plan diseñado a la escala adecuada es la energía disponible más barata.

Fuente: cronista.com


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