El tsunami electoral de Javier Milei arrasó y sacudió el mapa político argentino. Pasada la contienda del balotaje comienza varios interrogantes de la futura gestión del libertario. Si bien la mayor preocupación es la pésima herencia socioeconómica que le deja la administración de Alberto Fernández, también, hay cierta expectativa y preocupación en la postura y mirada del presidente electo sobre la política exterior que adoptará para su mandato.
Durante la campaña el economista expuso un componente ideológico para referirse a otros regímenes de la región y el resto del mundo que desconcertó a analistas, empresarios y al cuerpo diplomático. Puntualmente con vehemencia considera que el Mercosur, tal cual funciona actualmente falla, además, manifestó en reiteradas oportunidades que “no quiere saber nada con los comunistas” en clara alusión a China y Brasil, sin embargo, aclaró que “eso no quiere decir que, como privados, no puedan comerciar con China o Brasil. Pero yo no voy a estar aliado a ellos”. En cambio, Milei considera a sus aliados naturales a Estados Unidos e Israel, ambos países serán sus dos primeras visitas oficiales. En esa sintonía, considera esencial estar alineado al mundo libre.
Su encono hacia el socialismo y comunismo fue una marca registrada del libertario en la campaña. No digiere para nada al régimen chino y no confía en el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva. En el caso puntual de Brasil, el tercer socio comercial del país, existe un contrapunto por la relación de admiración de Milei con el expresidente Jair Bolsonaro y su amistad con su hijo el diputado, Eduardo Bolsonaro. En la intimidad de los festejos por la rotunda victoria en el balotaje, el presidente electo se comunicó vía videollamada con los Bolsonaro y los invito a su asunción que se celebrará el 10 de diciembre. Aquí se presenta la primera contradicción latente tanto Brasil como China son los mayores socios comerciales de una Argentina necesitada de la entrada de divisas. Ideologizar las relaciones internacionales no es una idea inteligente. Deberá primar una postura pragmática dejando de lado su postura doctrinaria ideológica. En ese sentido la referente en política exterior de Milei, la diputada electa, Diana Mondino, en una intervención hace unas semanas en el Wilson Center dejó en claro que “China es uno de nuestros socios más importantes; lo fue por mucho tiempo y ojalá lo siga siendo por mucho tiempo”.
La situación del país es compleja no sólo en el ámbito interno sino también en el exterior por la fatal de credibilidad y confianza por no cumplir con los compromisos asumidos. Por eso, el contexto muestra varias restricciones para poder acceder a los mercados. Sin embargo, Milei tras los resultados electorales en su discurso de victoria envió una clara señal al mundo: “Los compromisos se cumplen” que rememoran a aquel “si es necesario, pagaremos la deuda con la sangre, el sudor y las lágrimas de los argentinos… pero pagaremos”. Luego aclaro que no sería el sector privado sino el público de afrontar ese ajuste, aunque eso también pueda implicar a muchos de los ciudadanos más vulnerables.
Las portadas de los medios de comunicación mundiales veía con sorpresa y preocupación su llegada a la Casa Rosada. Varios medios coincidían la apuesta que eligió la sociedad con Milei “un salto a lo desconocido”, a pesar de que el libertario dejó en claro en más de una ocasión que sus aliados son las naciones capitalistas o sea Occidente. La noticia principal en la tapa del Washington Post fue la victoria de Milei con el título: “La rabia impulsa la victoria de la extrema derecha”.
Aún en su admiración hacía Estados Unidos la admiración de Javier Milei por el expresidente, Donald Trump, quien lo felicitó por las redes sociales, puede ser un problema respecto a su futura relación con el hoy máximo exponente del “mundo libre” el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, al que calificó Milei un “socialista moderado”. La relación con su par estadounidense será fundamental para tratar el tema espinoso de la renegociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Es probable que con tantos fuertes abiertos geopolíticos la Casa Blanca no mostrará ningún cortocircuito en público, pero en privado Milei deberá afianzar la relación con el demócrata y no deberá inmiscuirse en el proceso electoral presidencial del año que viene en el gigante del norte. Estará por verse en cuanto se comprometerá con dos pedidos seguros de Biden: proteger la democracia y combatir el cambio climático, problemática en la que Milei relativiza.
Dentro del espectro del “mundo libre” Milei ya mostró su preferencia por Israel e incluso ya su canciller le ha propuesto trasladar la embajada a Jerusalén, algo que solo han hecho tres naciones. Israel es además vista como una potencial fuente de inversiones y financiamiento. Allí prometió ir antes de asumir junto a Estados Unidos. En el caso de Europa su afinidad con la extrema derecha española de Vox genera rispidez con el actual gobierno socialista; con Italia hay coincidencias ideológicas y el acercamiento con la premier, Giorga Meloni, es un hecho. Sin embargo, habrá que ver cómo se fomenta la relación con los dos motores de la Unión Europea: Francia y Alemania. El presidente francés, Emmanuel Macron, ya tuvo el gesto de llamar a Milei por la victoria en el balotaje y lo invitó a una futura visita de Estado.
En la región, la coincidencias con tres mandatarios son notorias con el uruguayo, Luis Lacalle Pou, Daniel Noboa, en Ecuador, y Santiago Peña, en Paraguay. Todo lo contrario con el colombiano, Gustavo Petro y el venezolano, Nicolás Maduro, quienes se manifestaron con desprecio y adjetivos descalificativos con el nuevo presidente argentino. Situación que era de esperarse por posiciones ideológicas. Las cartas de presentación de Milei aún no están echadas del todo. Todavía hay tiempo de cambiar posturas y mostrar otra imagen ante el mundo. Un buen avance fue la conversación del Papa Francisco con el presidente electo, por los antecedentes por los dichos pocos feliz en el pasado de Milei sobre el Pontífice. Aunque una buena oportunidad, sin lugar a duda, donde el libertario debería dejar de lado su dogmatismo ideológico y ser pragmático es con la futura relación con Lula. Ciertos cambios de flexibilidad de posiciones para la conveniencia y bienestar del país serán más que bienvenidos y necesarios.
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