El ministro de Economía, Sergio Massa, anunció un acuerdo con bancos y compañías de seguro que implica un canje de deuda en pesos cuya licitación se realizará el lunes próximo. De esa manera «se patean» 7 billones de vencimientos para el próximo gobierno. “El poder plantearnos en una oferta de dos canastas, la posibilidad de tener un programa de deuda que, inclusive, desactiva esa idea de la bomba, de que cada dos o tres meses está algo por explotar y que le da una curva de vencimiento 2024, 2025, mucho más ordenada, asociada además al programa de orden fiscal”, justificó Massa.
Podríamos iniciar este artículo planteando que un canje de deuda es una herramienta válida de política económica para hacer frente a una situación coyuntural específica cambiando compromisos de corto plazo por otros de mediano y largo plazo. Sin embargo, a lo largo de nuestra historia han sido varios los canjes de deuda que se han realizado y cada vez estamos peor. Es decir esta lejos de ser algo que ayude a solucionar nuestros problemas estructurales por más que los gobiernos de turno celebren cada uno de ellos como un logro de gestión. Para entender mejor sus efectos, analizaremos las perspectivas fiscales, monetarias y cambiarias de la medida.
Política Fiscal
Cuando hablamos de política fiscal nos referimos a los impuestos y al gasto público. Estos dos elementos significan las dos armas económicas fundamentales con las que cuenta el Poder Ejecutivo para llevar a cabo sus objetivos presupuestarios.
En el caso del gasto público sabemos que está descontrolado, generando un déficit cada vez mayor, y como respuesta a esto el gobierno crea nuevos gravámenes para poder hacerle frente. Hoy Argentina es el país que mayor presión tributaria tiene sobre los impuestos en Ganancias, a los Bienes Personales y a los Sellos. Además cobra el impuesto a los ingresos brutos que es el más pernicioso para la producción y la exportación por su naturaleza acumulable. Por supuesto que esta altísima presión fiscal afecta negativamente a toda la actividad económica.
En la misma linéa, para el economista Federico Poli el origen de este descalabro que lleva a este polémico canje fue el desquiciado comportamiento fiscal. A su entender otra hubiera sido la refinación de esta inmensa deuda si hubiera sido acompañada de un plan de austeridad fiscal en todos los niveles del gobierno: nacional, provincial y municipal.
Reducirla es la decisión para comenzar a resolver el problema. Pero una primera lectura de este nuevo canje da cuenta de que el gobierno no estaría dispuesto a modificar esto y por esa razón se estiran los bonos a mediano y largo plazo. Más sobre el final volveremos sobre esto.
Política Monetaria
Algo llamativo de este canje es el polémico seguro de liquidez o “put” ofrecido por el Banco Central de la República Argentina (BCRA). Este mecanismo significa que los tenedores de bonos van a tener garantizado un precio establecido por contrato y a un comprador del mismo a ese precio que no es otro que el BCRA.
Lo que guarda esta garantía de compra es una explosión de emisión de pesos ($7.5 billones aproximadamente) en un contexto de caída de expectativas, de actividad económica y de demanda de pesos. Al igual que sucede con la mayoría de los bienes, en una situación donde la demanda por ese bien cae (pesos) y la oferta se mantiene constante o aumenta (mas emisión) el precio de ese bien se desploma (inflación). Y si a esto le sumamos la trampa de las LELIQS, estamos ante una bomba hiperinflacionaria.
El polémico put es claramente el dulce que ofreció el ministro para que los poseedores de bonos acepten el canje. La sospecha es que Massa estaría transfiriendo deuda indexada a la próxima gestión, dificultando una eventual devaluación. «Es una pistola en la cabeza del próximo gobierno», dispararon desde Juntos por el Cambio. Al respecto Poli señala que la cobertura total del riesgo para los bancos (tasa o dolarizacion) es algo absurdo y que «constituye una insólita e injustificada transferencia de riqueza al sistema financiero. En este punto, alguien podría plantear trasladarle a los ahorristas esa posibilidad. Sería una forma de socializar semejante transferencia de recursos no dejándolo en unas pocas manos»-
Política Cambiaria
En nuestro país hay una correlación fuerte entre pesos y la cotización del dólar. Supongamos que cierto día los tenedores de bonos deciden hacer uso del seguro de liquidez, el BCRA no tiene mas remedio que comprar estos bonos y le da pesos, que emitirá, a los vendedores. Aquí se podrían pensar tres situaciones posibles:
- Los pesos adquiridos por los vendedores de bonos se redirigen a la compra de instrumentos de corto plazo, como pueden ser las LELIQS. Esto significa seguir alimentando el monstruo de las letras del BCRA y poner aún mas presión inflacionaria.
- Estos pesos se vuelcan a la compra de instrumentos en dólares. La consecuencia de esta situación sería una imposibilidad del BCRA de hacer frente a la demanda de la divisa estadounidense por la baja cantidad de reservas (oferta de dólares) y por lo tanto tendría que devaluar el peso para compensar, con el precio, la alta demanda.
- Un mix entre las dos situaciones anteriores (aunque para esterilizar gran parte de la compra de bonos y emisión de pesos): algunas dependencias del estado recomprarían los bonos al BCRA. Este caso es el de ANSES, Banco Nación, bancos provinciales o empresas estatales, convirtiéndose en tenedores de bonos del Tesoro Nacional.
Como pueden apreciar todas las alternativas son preocupantes.
Aún lo expuesto, se pueden destacar aspectos positivos del canje de deuda: viendo los sucesos acontecidos en 2019 post PASO, este despeja dudas e incertidumbres para este año electoral; además evita un default de la deuda en pesos e incluso da mayor tiempo para generar los cambios necesarios para hacer frente a los compromisos. Sin embargo, habría que preguntarse ¿acaso lo que se posterga es el desastre?. De ahí el fuerte rechazo de la oposición a la medida porque ante un eventual triunfo en las elecciones de fin de año deberán ellos lidiar con el problema (¿lo patearan ellos también para adelante?)
Buscando respuestas al problema de la deuda pública
Para hacer frente al problema de la deuda hay que ver el Producto Bruto Interno y cada uno de sus componentes, porque allí radica la serie de soluciones posibles para encauzar la cuestión.
Gasto Público
Son de público conocimiento los altos niveles de gasto público que generan un déficit que excede las capacidades del estado para hacerle frente. Este es uno de los principales flancos a atacar, transformando la lógica estatal de las empresas públicas por una lógica vinculada a la de mercado priorizando al consumidor. Los altos egresos en servicios sociales y subsidios económicos, como los de las tarifas energéticas o al transporte, también son un factor a revisar y repensar. Cuanto más déficit público tengamos, más emisión y más deuda tendremos que soportar.
En nuestro país contamos con aproximadamente 167 impuestos, de los cuales muchos gravan toda forma de inversión y generación de trabajo, y esta carga desincentiva al privado en esa tarea; por lo que nuevamente hay que atacar al elevado gasto público. Se hace elemental repensar la matriz impositiva y pasar a un modelo equitativo con mecanismos de premios y castigos.
Inversión
La piedra angular de todo proceso de formación de capital es el ahorro; pero se torna imposible impulsar un proceso de inversión sostenible si no contamos con las herramientas necesarias. El mercado de capital local es muy reducido, por lo que si el Estado no consolida una baja del déficit público para así bajar la necesidad de financiamiento, seguirá el fenómeno del crowding out, donde el estado capta todo el fondeo disponible encareciendo el capital restante para el privado.
Ahora bien, con esto solo no alcanza, porque esta es una parte de la tarea. Y aquí es donde el Estado tiene que adoptar una lógica desarrollista que ponga ritmo y priorice los sectores con mas potencial de la economía tales como el del litio, la minería, hidrocarburos y el agro. Esto podría iniciar el proceso de reconversión y desarrollo de la matriz productiva. Y, adoptando un concepto keynesiano, esta cadena de acciones generaría un efecto multiplicador de la inversión que lograría sumar más gente al mercado laboral (se reducirán los planes sociales y el sistema jubilatorio reduciría su déficit por la vía de nuevos aportes), las arcas estatales se verían incrementadas (nuevos y mas desarrollados contribuyentes) y, por último, el peso de la deuda en la economía se vería reducido.
Consumo
Consumo e inversión van de la mano, así que ante un aumento consistente de la inversión la gente podría contar con más y mejores trabajos que le permitan incrementar su nivel de vida, planificar con un horizonte seguro desde lo económico y consolidar nuevamente una clase media pujante y vigorosa.
Exportaciones Netas
Es hora de que nuestro país ya no dependa de la lluvia para saber cuánto va a exportar; esta es una de las claras señales del subdesarrollo. Es por esto que se torna necesario entender, tal como lo decía Henry Temple, que las naciones no tienen amigos ni enemigos permanentes, sino intereses permanentes. Al comprender esta situación y dejar en claro los intereses de nuestro país es donde se puede llevar adelante una política de relaciones internacionales y apertura de mercados que nos ayude en esta tarea de desarrollarnos.
Con los intereses claros se puede salir al mundo a ofrecer ya no solo bienes con valor agregado sino servicios de calidad, principalmente los vinculados al sector 4.0. Pero no solo se trata de ofrecer lo que tenemos sino de ofrecer lo que realmente necesitan y demandan los mercados. Ahí es fundamental cambiar el chip y enfocarnos en satisfacer la demanda más que en pretender imponer nuestra oferta.
Todo esto significa, desde lo fiscal, conseguir divisas para pagar los compromisos externos y, desde lo monetario, conseguir engrosar las reservas del BCRA y respaldar la emisión de dinero y, a su vez, dar estabilidad al tipo de cambio.
De todo lo anterior se puede deducir que no sólo alcanza con realizar ajustes del gasto y apelar a la suba de la presión tributaria para sanear el estado y cumplir con nuestros acreedores como se ha hecho a lo largo de nuestra historia, sino que es momento de apelar al crecimiento y desarrollo de la economía pero también al recorte del gasto y, en simultáneo, repensar la carga tributaria de manera inteligente para hacerla más equitativa.
Al fin de cuentas que este último canje de deuda sea algo realmente ventajoso para el país dependerá de que ayude en la promoción de estas medidas. Si en cambio es solo una oportunidad para «dejarle la bomba a otros» y evitar hacer los sinceramientos que la economía necesita, será un agravante para una situación que es de per se bastante grave.
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