Las ciudades inteligentes no son una ficción del futuro, ni un dominio exclusivo de los países con mayor desarrollo. Lo que las define es la implementación de soluciones sostenibles, enfocadas en mejorar la calidad de vida de las personas en armonía con la naturaleza, y potenciadas por el uso de tecnología y un mindset innovador.
Si afinamos la mirada, podremos ver que el ‘enfoque smart city’ ya es una realidad en distintas partes del mundo. Los recursos financieros son necesarios para avanzar en el desarrollo de una ciudad inteligente, pero no siempre suficientes por eso es imprescindible contar con una planificación a largo plazo; una estrategia que integre la infraestructura disponible con los desarrollos futuros.
Y aquí juega un rol fundamental una de las dimensiones más importantes, y tal vez menos difundidas, de las ciudades inteligentes. Estas no son únicamente un modelo urbano que implica inversión, sino también la posibilidad de que la ciudad -e inclusive su región- se proyecte en el mundo, se torne atractiva para nuevas inversiones, atraiga o retenga talentos y sea considerada en financiamientos o inversiones internacionales.
Todo esto se traduce en mayor riqueza para su población y en la posibilidad de convertirse en un polo productivo con impacto transversal en diversas industrias. De esta forma, ¿quién no querría vivir, invertir o trabajar en una Smart City? ¿Cómo no considerar foco de inversiones a una ciudad que tiene un plan o estrategia consistente en tal sentido?
Según datos de la ONU, en 2050 el 70% de la población mundial vivirá en ciudades. La región de América Latina y el Caribe concentra el 80% de sus habitantes en zonas urbanas, lo que la ubica en el segundo puesto en el mundo. Se necesitan todos los esfuerzos disponibles para que estos espacios sean respetuosos del ambiente, integren a la población con necesidades diversas y generen oportunidades para que todas las personas que las habitan o transitan accedan a una vida de calidad y saludable.
Las ciudades inteligentes requieren de una mirada interdisciplinaria para generar respuestas a los desafíos cambiantes que afrontan.
Un factor a su favor es que tienen la oportunidad de brindar condiciones de empleo a las profesiones que permitirán el desarrollo de áreas productivas estratégicas, como lo son aquellas vinculadas a las nuevas tecnología, movilidad, gobernanza, sostenibilidad, planificación urbana, innovación y emprendedurismo. Contar con estos perfiles ubica a las ciudades en posición de ventaja para responder de manera dinámica a las necesidades derivadas del gran número de población que concentran y que la tendencia muestra que será creciente.
Ciudades de vanguardia como New York, Londres, París, Singapur o Dubai son reconocidas mundialmente por sus políticas para incorporar la tecnología en el diseño urbano, pero existen también ejemplos más cercanos. Solo por mencionar algunos de ellos: Curitiba y Santiago de Chile.
Curitiba, una ciudad con planificación sostenida que atrae inversiones
Curitiba, en Brasil, trabaja hace años en una planificación con impronta smart. Busca, a través de políticas a largo plazo, generar innovación y desarrollo para mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Esto la transforma en una gran oportunidad para empresas locales, regionales e internacionales que encuentran en esta locación brasilera una aliada para generar inversiones sostenibles.
En marzo, la ciudad fue anfitriona de la Smart City Expo Curitiba, un evento que reúne a más de 40 países del mundo y oradores internacionales especializados en tendencias urbanas, lo que la reafirma como referente de las soluciones inteligentes para países de América Latina. Además, cuenta con empresas de alcance nacional que desarrollan tecnología para que las ciudades puedan implementar estrategias que mejoren la gestión pública de los espacios. Su enfoque sostenible y humano la convierte en foco de atracción tanto para capitales que buscan desarrollar negocios innovadores como para profesionales de diversas áreas que se vuelven protagonistas en estos centros urbanos. Esta visión de oportunidad y futuro está profundamente ligada a la toma de decisiones de quienes están en roles de gobierno y pueden innovar en la gestión de los centros urbanos.
Santiago, una estrategia y visión de ciudad inteligente
Se Santiago se denomina a la estrategia de smart city de Santiago, Chile cuyo objetivo es posicionar a Santiago como ciudad ciudad inteligente en el contexto nacional e internacional, activando y articulando la generación de soluciones en torno a la movilidad, seguridad y medio ambiente para el Gran Santiago, utilizando las tecnologías digitales en un marco de Ciudad Inteligente. La misma consta de tres (3) etapas, a saber: posicionamiento (2017-2019), consolidación (2020-2022) e institucionalización (2023-2025).
De esta forma, Se Santiago busca ser un facilitador de espacios para que los distintos actores puedan tener un punto de encuentro, en el que converjan objetivos de entes públicos y privados y de esa forma, resolver situaciones que requieren coordinación y organización de múltiples actores y sectores. Dentro de sus proyectos más emblemáticos están: ‘Proyecto Smart Data Ciudad’, ‘Movilidad para la ciudad’ y ‘Gestión Hídrica para APR’.
City branding, mucho más que un lindo logo y promover el turismo
Ante el dinamismo propio de las ciudades y un mayor protagonismo de ellas en el escenario global, mayores exigencias de la ciudadanía, servicios cada vez más conectados y digitales, una creciente urbanización y los impactos de la tecnología, todo parece indicar que inclusive en términos de ‘city branding‘ ya no alcalza con diseñar un lindo logo de la ciudad y promover el turismo.
Ampliar la participación de la población, hacerlas parte de las políticas de transformación de las ciudades en espacios donde mejorar la calidad de vida de las personas sea la prioridad, y construir colaborativamente las políticas a implementar es tan fundamental como el uso de la tecnología y la implementación de una planificación integral. Como suelen reivindicar los informes más actuales sobre el tema: las ciudades inteligentes requieren una ciudadanía inteligente.
Es así que hablar hoy de migrar hacia una gestión inteligente y sostenible de las ciudades parece ser una solida estrategia para la proyección internacional de las urbes, para tornarse más competitivas, atraer talento e inversiones, pero además, financiamiento internacional, tema no mejor en momentos como los actuales.
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