Transparencia electora
El director ejecutivo de Transparencia Electoral, Leandro Querido, en la charla de la Usina Desarrollista

Boletas de papel, planillas, telegramas, apoderados: esta es la base del sistema electoral argentino y es lo que Leandro Querido define como el “manualismo electoral”. Querido es el director ejecutivo de Transparencia Electoral, una ONG que trabaja por la observación de los procesos electorales en América Latina. El manualismo, considera, es un sistema pensado para un país que ya no existe. Concretamente: Argentina, principios del siglo XX. En ese país había dos partidos que competían por los cargos electivos y la justicia confiaba el resultado de las elecciones en un mecanismo simple: el control cruzado entre los partidos. “Es un sistema que cruje desde hace mucho tiempo. Un sistema electoral consolidado no debería depender de los apoderados”, cuestiona Querido en la charla organizada por la Usina Desarrollista.

Los mecanismos utilizados en los comicios han evolucionado en forma diferente en cada país. Desde las boletas únicas en papel a las electrónicas, pasando por un mayor involucramiento de la sociedad civil. “En Argentina hay todavía un trabajo pendiente, las organizaciones de la sociedad civil tienen que trabajar de manera más articulada y sacarse los prejuicios sobre los partidos”, señala el director de Transparencia Electoral. Para Querido, el sistema electoral necesita un refresh, aunque aclara que no es el mejor momento para emprenderlo, dadas las condiciones actuales, en medio de la pandemia de COVID-19.

La pandemia avivó los rumores sobre la posibilidad de la eliminación de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). La razón es obvia: las elecciones reúnen a muchas personas y son un foco de contagio. Si se pueden eliminar las primarias, ¿no es mejor evitar el riesgo? Querido considera que se trata solo de un pretexto y señala que las experiencias en otros países demuestran que es posible celebrar los comicios con los cuidados correspondientes. “La idea de eliminarlas tiene que ver más que nada con los intereses particulares del partido de gobierno”, concluye. Querido destaca que las PASO han sido una herramienta muy valorada por los votantes en aquellos lugares donde realmente hubo una primaria competitiva. “El malestar con las PASO tiene que ver con la poca oferta electoral”, explica.

La charla Mapa de conflictividad electoral en Argentina forma parte del del ciclo de videoconferencias que organiza en 2020 la Usina Desarrollista, un proyecto impulsado por Visión Desarrollista, el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), la Fundación Frondizi y la Fundación para el Desarrollo Entrerriano (FUNDER).

La conflictividad electoral, un problema subnacional

El sistema electoral nacional es sólido, sostiene Querido, pero a nivel subnacional existe un mayor nivel de conflictividad, tanto en las provincias como en los municipios. “Hay malas prácticas que generan una mala calidad democrática. La situación es bastante preocupante”, plantea. Y a esta situación se le agrega la pandemia, que “va a afectar las elecciones de 2021”, según el director de Transparencia Electoral.

La organización que dirige elaboró en 2015 un ranking provincial de conflictividad electoral, que se basó en seis criterios: las denuncias ante la justicia electoral, las denuncias registradas por los medios de comunicación durante la campaña, el índice de democracia subnacional de Carlos Gervasoni, la percepción de los apoderados opositores, la percepción de especialistas y los informes de las organizaciones de la sociedad civil. El índice de democracia subnacional de Gervasoni tiene en cuenta, a su vez, dos variables: la competitividad electoral —si existe la posibilidad de la alternancia— y los límites al poder ejecutivo por parte de la legislatura provincial.

La Rioja, Santiago del Estero y Formosa son las provincias con mayor índice de conflictividad electoral. Pero Santa Cruz, Misiones, Neuquén, Corrientes, San Luis y Tucumán también tienen un índice elevado. El análisis toma en cuenta tanto la posibilidad real de la oposición para llegar al poder como la proporción de cargos obtenidos por el oficialismo en la Cámara Baja provincial y las restricciones que impone la Contitución provincial a la reelección del gobernador —o la falta de ellas—.

Como contracara, Tierra del Fuego, Ciudad de Buenos Aires y Mendoza son las provincias con menor conflictividad electoral. Le siguen Chaco, Santa Fe, Río Negro, Chubut, Entre Ríos y Córdoba. “Es un escenario desigual. Algunas están mal, pero otras han avanzado y adoptado la boleta única o limitado la reelección”, destaca Querido. Casi el 67% de los argentinos votan, sin embargo, en distritos que tienen niveles de conflictividad por encima de los recomendados, destaca el director de Transparencia Electoral.

La calidad democrática de los regímenes subnacionales es independiente de los niveles de pobreza, señala Querido. El dato choca contra una idea muy arraigada. El especialista explica, según Gervasoni, la calidad de la democracia subnacional se vincula con la dependencia de los recursos transferidos por el Gobierno Nacional. “La mayor cantidad de recursos per cápita es recibida por Santa Cruz, La Rioja, La Pampa, Catamarca, San Luis y Formosa. Son los distritos electorales con los puntajes más bajos en el índice de democracia subnacional de Gervasoni y más altos en el Mapa de Conflicividad Electoral de Transparencia Electoral”, precisa.

Una elección polarizada y polémica en EEUU

El 3 de noviembre se celebrarán las elecciones de EEUU, pero es muy probable que esa noche no se conozca el nombre del ganador, advierte Querido. Y no solo porque la elección esté muy polarizada y exista la posibilidad de que haya un resultado ajustado. También por las características propias del sistema electoral estadounidense. Además, la pandemia fomentó que muchos ciudadanos votaran por correo, lo que dificulta el recuento, que de por sí es complejo. “Es casi un milagro que el sistema electoral de EEUU arroje un resultado. Es muy diverso, como consecuencia de su federalismo extremo”, explica Querido.

El director de Transparencia Electoral anticipa que el resultado de la votación en EEUU puede demorarse incluso más que el de 2000, cuando George Bush derrotó a Al Gore tras un muy cuestionado recuento, que llevó varias semanas. “Se viene una elección muy polémica, como nunca antes”, asegura.


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