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Billetes de 100 pesos argentinos. / Agustin Marcar (REUTERS)

La pregunta era simple y directa, casi previsible: ¿cómo va a financiar el Gobierno la inyección de 1,7 billones de pesos en la economía? La hizo un periodista de Bloomberg casi al final de la conferencia de prensa del viernes, en la que Alberto Fernández anunció la extensión de la cuarentena hasta el 24 de mayo. La pregunta rompió con el tono optimista de la exposición del presidente, que evadió la pregunta y dijo que no quería hablar del tema en ese momento. El monto citado por Bloomberg —que equivale al 5,6% del PBI— corresponde a la suma de todos los paquetes de medidas que anunció el Ministerio de Economía para paliar los efectos de la crisis. Las políticas de auxilio, que implementarán entre abril y junio, incluyen transferencias directas y créditos a tasas subsidiadas.

La cifra es abrumadora. ¿Qué representan 1,7 billones de pesos? Es el equivalente al 69% de la base monetaria del 5 de mayo. Si todo el gasto se cubriera con la impresión de pesos, el número de billetes aumentaría en esa proporción en solo tres meses. Esto sería una gran irresponsabilidad y pondría al país al borde de la hiperinflación. Pero, ¿cómo viene evolucionando la emisión desde que comenzó la cuarentena?

La base monetaria aumentó entre el 20 de marzo y el 5 de mayo un 21,5%, según datos del Banco Central (BCRA). Esto equivale a 435.000 millones de pesos. Es importante destacar, sin embargo, que un gran salto se dio el 4 de mayo porque se habilitaron los créditos a tasa cero para distintas empresas. El gobierno, además, comenzó a financiar hasta el 50% de los sueldos de los trabajadores de 225.000 compañías.

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Evolución de la Base Monetaria durante la cuarentena (Fuente: BCRA)
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Un camino doloroso y antipático

La inflación minorista proyectada para diciembre de 2020 es de 44,4% interanual, según el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) de abril. El dato es 4,4 puntos mayor que el proyectado por el mismo informe en marzo. El REM prevé una contracción del 7% del PIB para 2020, una caída 2,7 puntos superior a la pronosticada el mes anterior. La previsión del déficit fiscal para este año también empeora: en marzo era de 668.000 millones de pesos y en abril se incrementa a 1,4 billones. Al tipo de cambio oficial, es un déficit 16.000 millones de dólares y representa un 4% del PBI.

La evasiva del presidente a la hora de explicar el plan a seguir es previsible ante el escenario dramático que enfrenta el país. El Gobierno, sin embargo, ha dado algunas señales implícitas. En primer lugar, la reducción del 25% del salario de los empleados suspendidos, que busca preservar los puestos de trabajo y limitar el exceso de emisión inicial. En segundo lugar, la ausencia de mercado, sumado al proceso de reestructuración de la deuda, eleva la presión sobre el mercado cambiario paralelo. Esto incuba una inflación que, en parte, sirve para financiar el déficit.  Por último, el Gobierno anunció el 4 de mayo que la nueva fórmula de movilidad jubilatoria deberá esperar, por lo que el aumento de los haberes previsionales en junio será decreto, probablemente por debajo de la inflación. Es una variable clave, ya que el pago de jubilaciones representa casi el 35% del presupuesto nacional.

La respuesta que el presidente no quiso dar al periodista de Bloomberg es una combinación de emisión monetaria y ajuste en las jubilaciones y en los salarios de los empleados públicos. El paquete de medidas contra la crisis tendrá como contrapartida una mayor inflación, devaluación y caída en el salario real. Todo en un contexto de recesión. Un camino doloroso y antipático del que Alberto Fernández prefería no hablar.


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