Draghi
El primer ministro italiano, Mario Draghi, en el Senado el 20 de julio de 2022. / Andreas Solaro (AFP)

Mario Draghi dijo basta y presentó este jueves su renuncia irrevocable como primer ministro de Italia. Fue el último paso de la crisis política más reciente del país y el comienzo de una etapa de mayor incertidumbre. Tras la dimisión de Draghi, el presidente de la República, Sergio Mattarella, disolvió el Parlamento y convocó elecciones para el 25 de septiembre. La candidata de extrema derecha, Giorgia Meloni, parte como favorita en las encuestas de opinión y pone a la política italiana ante un escenario inédito. Meloni lidera el Hermanos de Italia, un partido considerado heredero del Movimiento Social Italiano, la formación posfascista creada por los seguidores de Benito Mussolini tras la Segunda Guerra Mundial. Hermanos de Italia fue la única formación que se mantuvo en la oposición frente al gobierno de unidad de Draghi, que incluía a todo el arco político, desde la izquierda hasta la derecha.

La secuencia caótica que desencadenó la caída de Draghi, de 74 años, comenzó durante la moción de confianza de la semana pasada, cuando el Movimiento 5 Estrellas (M5E) se negó a votar a favor, a pesar de que formaba parte del gobierno. El M5E justificó la negativa con críticas a Draghi por no responder a sus demandas en nueve puntos, sobre distintos problemas sociales. Draghi superó la moción de confianza, pero consideró que la pérdida de respaldo del M5E lo forzaba a dimitir. Presentó la renuncia ante Matarella, pero el presidente la rechazó.

La posibilidad de que Draghi dejara el gobierno provocó un revuelo internacional. Es considerado el italiano más relevante a nivel global, en especial por su papel como presidente del Banco Central Europeo, donde se ganó el apodo de Super Mario y el reconocimiento como salvador del euro por la forma en que manejó la crisis de 2012Este prestigio fue lo que llevó a Matarella a buscarlo 17 meses atrás para que encabezara un Gobierno de unidad nacional con perfil tecnocrático. Tras la presentación de su dimisión, Draghi cosechó importantes apoyos internos, como el pedido de 1.000 alcaldes que pidieron que continuase en el cargo, al que se sumó la Iglesia. Además del pedido expreso del presidente estadounidense, Joe Biden. Sus primeros pasos indicaban que su renuncia no era definitiva. Continuó con su agenda diaria esta semana y, de hecho, el lunes firmó con Argelia varios contratos de abastecimiento de gas, adelantándose al peligro latente de que Moscú cierre el grifo: Italia importa el 40% de gas desde Rusia.

La emboscada de la derecha

Todo cambió a partir del miércoles, cuando compareció ante el Senado. Draghi dio un discurso de media hora donde expuso sus logros en el Gobierno, explicó el Plan Nacional de Recuperación y además hizo hincapié en la necesidad de mantener la unidad nacional. Su continuidad se daba por descontada, pero fue emboscado por el ala derecha de su propio gobierno. El partido de extrema derecha La Liga, de Matteo Salvini, y el de centroderecha Forza Italia, del cuatro veces primer ministro Silvio Berlusconi, pidieron a Draghi que conformara un nuevo gobierno, con cambios profundos en los ministerios y la expulsión del M5E de la coalición. Desconcertado, Draghi rechazó la propuesta. Abandonó al anochecer el recinto, sin esperar el resultado de la moción de confianza. Si bien ganó la votación en el Senado, con 95 votos a favor, los partidos de la derecha se ausentaron y los legisladores de M5E se abstuvieron. Draghi quiso dirigirse inmediatamente al Palacio del Quirinal, la residencia presidencial, para presentar su renuncia irrevocable, pero Mattarella le informó que se debía completar las votación de confianza, el jueves, en la Cámara de Diputados.

El primer ministro se dirigió al día siguiente a la Cámara de Diputados, donde dio las gracias por los 17 meses que ofició como jefe de Gobierno y recibió una ovación por parte de varios parlamentarios. Visiblemente emocionado, Draghi respondió con un chiste que dice que “los banqueros centrales a veces usan el corazón”.

El pasó de Draghi por el ejecutivo deja una importante huella por su buena gestión en el medio de la pandemia que azotó a Italia. Llevó a cabo un plan de vacunación exitoso, mejoró la red de hospitales y acertó con las medidas económicas. El PBI italiano cayó un 8,9% en 2020 por la parálisis que provocó la pandemia; tras la llegada de Draghi, la economía se recuperó: creció un 6,5% en 2021 y un 2,3% interanual en el primer trimestre de este año.

En el escenario internacional, Draghi se destacó como un ferviente defensor del ingreso de Ucrania a la Unión Europea (UE); respaldó a su presidente, Volodímir Zelensky; y apoyó  las sanciones económicas contra Rusia por la invasión. Además demostró su liderazgo en las reuniones de la UE, el G7 y de la OTAN.

La ambición de Salvini

Si bien Draghi contó con el apoyo de La Liga, Forza Italia y M5E, nunca fue del agrado de estas formaciones. El desplante de la semana pasada de M5E, encabezado por el ex primer ministro Giuseppe Conte, fue la llave que estaba esperando Salvini, líder de La Liga, para empezar a conspirar contra Draghi. Con un pie dentro y otro fuera del Gobierno, queriendo aparecer como el defensor de la continuidad del primer ministro, Salvini contó con la complicidad del inoxidable Berlusconi, de 85 años, que al principio se mostró como un moderado ante la crisis, pero finalmente cedió al extremismo de Salvini.

Forza Italia, el partido de Berlusconi, mantiene un papel relevante en la política italiana a pesar de que tiene solo un 8,4% de intención de voto, según los datos del 21 de julio del portal YouTrend, basado en el promedio de las encuestas publicadas. La decisión de Il Cavaliere de acompañar a Salvini fue interpretada dentro de Forza Italia como una actitud de sumisión ante La Liga y provocó varias deserciones. Las más relevantes fueron las de dos ministros con muy larga trayectoria en el partido: Mariastella Gelmini, de Asuntos Regionales, y Renato Brunetta, Administración Pública.

Los planes de Salvini apuntan a convertirse en la principal opción de la derecha italiana en los próximos comicios. Tiene una ardua tarea por delante en la que intentará recuperar la intención de voto que tuvo en su mejor momento, cuando era ministro del Interior y ganó con el 34% las elecciones europeas de 2019. En la actualidad, cuenta con menos del 15% de intención de voto, según la encuesta de YouTrend .

Las ambiciones de Salvini chocan con la figura de Giorgia Meloni, líder de Hermanos de Italia, que es la fuerza política con mayor apoyo del país: un 22,8% en intención de voto, según YouTrend. Meloni es una líder carismática, de 45 años, euroescéptica, que mantuvo siempre una posición crítica del ejecutivo encabezado por Draghi al que calificó de “gobierno de incapaces”.

El ascenso de la extrema derecha

Meloni pedía hace meses elecciones generales, como una voz en el desierto. Sus reclamos se hicieron realidad y se encamina en la lucha por liderar la escena de la derecha política. Un triunfo en las elecciones podría convertirla en la primera mujer jefa de Gobierno de Italia. Y en el primer gobierno de ultraderecha, con influencias posfascistas, desde el derrocamiento de Benito Mussolini.

El triunfo de Meloni provocaría un terremoto en la Unión Europea. Pasaría de contar en Italia con un férreo europeísta como Draghi a una euroescéptica que critica la moneda única y el papel de Bruselas. Si bien Meloni manifestó su apoyo a la OTAN, un gobierno liderado por ella dañaría la cohesión del bloque en un momento crítico, debido a la invasión a Ucrania, que lleva casi cinco meses.

A dos meses de las elecciones, las encuestas sistematizadas por YouTrend muestran como el escenario más probable que las tres fuerzas de derecha —Hermanos de Italia, La Liga y Forza Italia— sumen 45,6% de los votos. Por lo tanto, se prevé que gobiernen en coalición. La incógnita es quién lideraría ese gobierno. Habrá que ver si pesan más las aspiraciones de Salvini o la regla no escrita de la derecha italiana que indica que el primer ministro corresponde al líder del partido que obtenga más votos.

La alternativa de centroizquierda

Uno de los grandes perdedores del fin del gobierno de Draghi fue el Partido Democrático (PD). El ex primer ministro y actual líder del PD Enrico Letta fue el político más fiel a Draghi e hizo todo lo que pudo para evitar la caída del gobierno. Aún así, el último sondeo de YouTrend muestra al PD en segundo lugar con un 22,1% de intención de voto, menos de un punto por debajo de Hermanos de Italia. La renuncia de Draghi también echó por la borda los intentos de Letta de conformar una coalición de fuerzas de izquierda y progresistas que incluyera al M5E para enfrentar a la derecha. El comportamiento insensato de Conte y su responsabilidad en la caída del Gobierno tornó inviable esa opción.

Otros perjudicados por la crisis actual fueron el ex primer ministro y actual líder de Italia Viva, Matteo Renzi, y el europarlamentario y líder de Acción, Carlo Calenda. Ambos integran fuerzas de centro que apoyaron a Draghi y ahora barajan la posibilidad de presentarse juntos en las elecciones, quizás en coalición con el Partido Democrático. Ya adelantaron que su programa será el mismo que el de Draghi. Entre las opciones sobre la mesa está la posibilidad de incorporar a la alianza de centroizquierda a Luigi Di Maio, exreferente de M5E e incondicional de Draghi que recientemente se alejó de su anterior partido y creó Juntos por el Futuro, una nueva formación de centro.

La salida de Draghi deja una sensación de desconcierto en el país. Más del 66% de los italianos pedía que continuara en el cargo y se oponía a las elecciones anticipadas, según una encuesta elaborada por el diario La Stampa. Habrá que ver si el electorado le pasa factura a la derecha por acelerar el desenlace del gobierno de Draghi.


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