La economicidad no es un criterio acertado para definir la inversión

Comparando los costos del acero, de la química, de las maquinarias, de los automotores, los nuestros siempre serán, durante una etapa determinada, más altos de los importados. Con este criterio habría que renunciar por anticipado a toda perspectiva de desarrollo

El criterio de economicidad a que nos referimos aquí no es el de la eficiencia del Estado y sus empresas. Nos referimos al criterio de ciertos economistas sobre el orden de las prioridades en la inversión; más llanamente, a lo que resulta más “barato” o más “caro” en un país subdesarrollado.

Así resulta más barato importar hierro y acero que producirlos aquí; lo mismo se dice de los automóviles, de los tractores, de los productos de la química pesada, de las maquinarias para la industria.

Pero sucede que el subdesarrollo significa escases de ahorro  interno, deterioro creciente de los recursos que genera la exportación, inflación, altos costos, mercado interno limitado. Comparando los costos del acero, de la química, de las maquinarias, de los automotores, los nuestros siempre serán, durante una etapa determinada, más altos de los importados. Con este criterio habría que renunciar por anticipado a toda perspectiva de desarrollo. Así en el criterio de “economicidad” se expresa uno de los postulados “intelectuales” de los intereses vinculados al subdesarrollo.

El criterio de economicidad reaparece, bajo otra forma, en las postulaciones y en las críticas de la izquierda y del nacionalismo de medios. Consiste en los siguientes: los aportes del capital extranjero, la radicación de industrias tales como el automotor, generan un continuo drenaje de divisas en concepto de beneficios, intereses, etc

Pero el verdadero drenaje de divisas opera, en realidad, por otro canal: por el deterioro de los precios de nuestras importaciones. En esa situación, a este drenaje viene a sumarse el que significa la importación de las materias primas y equipos para mantener la producción. Entonces hay que elegir entre este continuo drenaje, que es dependencia nacional y permanencia en el subdesarrollo, y el drenaje que demanda la construcción de los fundamentos de la soberanía nacional. Lo económico no es lo más caro, puesto que un automóvil, un tractor o un torno importados serán siempre más baratos que los fabricados aquí, pero fabricarlos significa industrializar el país.

Por otra parte, el endeudamiento exterior no fue un obstáculo para el desarrollo de las grandes potencias. Inglaterra durante los siglos XVII y XVIII tomo dinero de los bancos holandeses; Estados Unidos lo tomó de Inglaterra en el siglo XIX, en tales proporciones que todavía hacia 1900 era el mayor deudor del mundo. La propia experiencia argentina de fines del siglo pasado (XIX) demostró que el crecimiento permitía afrontar compromisos que eran de enorme envergadura para un país que contaba con un par de millones de habitantes.

El desarrollo económico, como base de la independencia nacional, no se puede medir con el criterio de economicidad ni con el criterio contable del endeudamiento exterior.

Extracto de Rogelio Frigeiro “El Estatuto del Subdesarrollo” Cap I 


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