El presidente Fernández en la conferencia virtual donde se confirmó el próximo ingreso de Argentina y otros cinco paises a partir del 1 de enero de 2024. Telam
El presidente Fernández en la conferencia virtual donde se confirmó el próximo ingreso de Argentina y otros cinco paises a partir del 1 de enero de 2024. Telam

A partir del primero de enero de 2024, la Argentina junto con Egipto, Etiopia, Irán, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos pasarán a integrar el bloque de los BRICS, denominación que surge de las iniciales de las economías emergentes: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.

Con la incorporación de nuestro país y los 5 países mencionados anteriormente, los BRICS pasan a representar el 30% del PBI mundial y el 36% del PBI medido por paridad de poder de compra. Asimismo, suman el 42% de la población mundial y el 16% de las exportaciones. A su vez, 6 de los países integrantes se encuentran entre el top 10 mundial de países productores de petróleo (Arabia Saudita, Rusia, China, Emiratos Árabes Unidos, Irán y Brasil).

Enunciados los datos macroeconómicos, paso a desarrollar una seria de preguntas y afirmaciones que desarrollan el espíritu de la nota.

Aunque BRICS no es una entidad formal como una organización internacional, ha influido en la dinámica global al proporcionar una plataforma para el intercambio de ideas y la cooperación entre algunas de las economías emergentes más influyentes del mundo.

Los países del BRICS han tenido un impacto significativo en la economía global. Sus miembros son cada vez más influyentes en los asuntos mundiales y se han transformado en un foro importante para la cooperación entre las economías emergentes. Sin embargo, también enfrentan desafíos, como la diversidad de sus miembros y las tensiones geopolíticas.

En cuanto a los países integrantes de este agrupamiento “político”, se puede afirmar que los cinco países fundadores tienen cada vez más ambiciones de liderazgo en lo económico y político frente al orden mundial establecido por las economías centrales occidentales, encabezadas por los Estados Unidos.

Recientemente el presidente chino declaró que los miembros del grupo de los BRICS van a exhortar a la comunidad internacional “a promover un papel más importante en el mecanismo de cooperación en la gobernanza mundial”. En el mismo sentido, el presidente Lula expresó en varias oportunidades la necesidad de reformar las Naciones Unidas.

En lo económico, este grupo de países, ideó un Nuevo Banco de Desarrollo con el objetivo de ser una alternativa al FMI y al Banco Mundial, y pretender salir del régimen mundial del Dólar en los intercambios comerciales.

En un contexto de crecientes cuestionamientos sobre la hegemonía occidental y en un momento en el que las negociaciones para una mayor armonización económica y comercial a nivel mundial, las llamadas Rondas de Doha, continúan bloqueadas. Por lo que son varios los países que se muestran interesados en sumarse a los BRICS.

Es importante resaltar que el G20 no ha evolucionado en lo que respecta a desbloquear la Ronda de Doha. Recordemos que, en el caso de Brasil, este terminó aislándose al intentar convencer a los países desarrollados en aceptar una serie de acuerdos para desbloquear Doha.

Si analizamos la situación política de los actuales integrantes del grupo nos encontramos con:

  • Sudáfrica: Se encamina hacia una crisis que está marcada incluso por el agravamiento de las tensiones no solo en el ámbito económico, sino también por el resurgimiento de las tensiones raciales.
  • Rusia: Un país imperialista y expansionista (Ucrania). Por otro lado, China también es un país expansionista, véanse las tensiones incluso con otro miembro de los BRICS, como por ejemplo la India.
  • Brasil: Procura ser parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (al igual que la India) y tener un mejor tránsito en el mundo, intentando volver al mundo diplomático en las condiciones en las que estaba antes de la era Bolsonaro.

Ante estas realidades, el grupo de los BRICS no es un grupo homogéneo, es complejo y complicado por lo que cada paso que dé nuestro país necesita ser analizado seriamente sin caer en la ingenuidad de imaginar panaceas. Integrar un grupo hoy con Rusia, inmerso en su aventura imperialista en Ucrania y con China, en tensión creciente con Estados Unidos y occidente, es una situación al menos polémica por no decir arriesgada. Sumémosle Irán, que ingresa al grupo a partir del primero de enero de 2024 junto con nuestro país, un Estado considerado por occidente como terrorista e implicado en dos atentados efectuados en nuestro país.

También hay fisuras en lo discursivo, un bloque que quiere pararse ante occidente como un grupo por el “desarrollo y la paz” resulta un discurso completamente vacío porque no existe la más mínima condición para hablar de paz cuando un país está siendo invadido como es el caso de Ucrania.

Si se trata de un “grupo ideológico”, entonces el cauce que le daría cierta identidad a este sería una visión contrahegemónica, con un sistema multipolar más favorable a estos países; tarea difícil con miembros como Rusia, China, Arabia Saudita e Irán donde se violan derechos humanos y / o con aspiraciones imperialistas por lo que entonces tendríamos una alianza ideológica sin credibilidad.

Si pensamos en una alianza, como un bloque de “identidad económica”, cabe resaltar que no existen prácticamente acuerdos comerciales relevantes entre los miembros actuales y los nuevos, y que la posibilidad de que los intercambios bilaterales se realicen en monedas nacionales depende de la reciprocidad en la aceptación de las monedas. Pero como en muchos casos los intercambios son estructuralmente desproporcionados, por ejemplo, China importa básicamente alimentos y commodities de Argentina y Brasil y exporta productos sofisticados, no hay intercambio, a menos que Argentina y Brasil acepten mantener cada vez más déficits y acumular divisas con escaso vínculo y aceptación internacional.

Asimismo, no hay evidencia empírica que afirme que la cooperación política genere, en términos agregados, efectos sistémicos sobre el comercio de BRICS. En efecto si observamos el siguiente cuadro y tomamos como ejemplo a Brasil, nuestro principal socio comercial con el que no solo compartimos una unión aduanera (AEC), una misma latitud, sino que también una estructura económica y exportadora semejante, evidenciamos que el peso relativo de las exportaciones brasileñas hacia los países del BRICS no se ha incrementado sino todo lo contrario. Caso aparte, el buen desempeño de las exportaciones brasileñas con China que se puede explicar a partir de una mayor demanda de materias primas por parte de este país, como hierro, soja y proteínas. Igual proceso se puede evidenciar en el comportamiento de nuestro país, no integrante de los BRICS.  Analizando las exportaciones en términos relativos de nuestro país hacia los países del grupo de los BRICS, podemos evidenciar un mejor desempeño en el tiempo que Brasil.

Uno de los objetivos de los BRICS es destronar al dólar como moneda internacional de reserva y desplazar al régimen mundial del Dólar en los intercambios comerciales, como dato a resaltar recientemente China volvió a devaluar el Yuan, cotizando hoy la divisa en su menor nivel frente al dólar desde 2007. En cuanto a la participación del Yuan en los pagos mundiales sigue siendo muy bajo, solo del 2,3% de las transacciones en marzo de 2023.

En lo que respecta al Nuevo Banco de Desarrollo, y la idea de acceso a nuevas fuentes de financiamiento, recordemos que ningún país del mundo regala plata ni tiene una visión altruista en las relaciones económicas. Menos si se trata de un país endeudado y sin voluntad de hacer las correcciones macroeconómicas pertinentes.

Por lo cual, en resumen, en lo que respecta a la “identidad económica” y “grupo ideológico”, estamos más ante un “acontecimiento político” que será difícil poner en práctica con facilidad, entendiendo como que el gran desafío que enfrentarán los países integrantes es el de lograr que el grupo “sea el correcto”.

El ingreso de Argentina a los BRICS: oportunidad y riesgo geopolítico

Volviendo a las condiciones en la que se encuentran los actuales países del grupo, con excepción quizás de Brasil, que se está recuperando de un período político y económico conflictivo, esta no es la realidad de tres de los actuales BRICS. Como mencioné anteriormente, la crisis en Sudáfrica es abrumadora, Rusia es un país aislado y todos los datos muestran que su economía está en un declive muy fuerte debido a los costos de la guerra y el aislamiento. El gobierno de Putin ha perdido un aliado importante, Turquía, que ahora se muestra mucho más del lado occidental que pro-Moscú. China tampoco se encuentra en su periodo de mayor dinamismo económico, con la ralentización de su economía, la guerra comercial con USA y la potencial crisis inmobiliaria-financiera.

Finalmente surgen una serie de preguntas: ¿hasta qué punto estos países podrán de manera efectiva contraponerse a la hegemonía actual y armar un sistema de gobernanza y cooperación mundial alternativo?

¿Es posible definir cuál es el rumbo del bloque sin antes lograr que el grupo “sea el correcto”?

¿Hasta qué punto ser parte de este grupo de países podría reportar oportunidades para el desarrollo? Puede que Argentina se acerque a países con los que comparte intereses económicos, pero también hay que poner sobre la balanza, las posibles consecuencias en las relaciones con sus principales aliados de occidente, como así también quedar al margen de posibles beneficios a partir de los procesos de nearshoring  y friendshoring que están cobrando cada vez mayor relevancia en las cadenas de valor, a partir del conflicto geopolítico entre EE.UU. y China.

Para terminar, a partir de las fisuras y riesgos aquí expuestos, queda un último interrogante: ¿Es conveniente para nuestro país integrar este agrupamiento “político” o es mejor continuar con el multilateralismo, nuestra tradición y pertenencia a los valores occidentales, sin obviamente abandonar nuestras relaciones comerciales con los BRICS?


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