Pesca del día

En las elecciones presidenciales de 2015, los tres principales candidatos (Macri, Scioli y Massa) no rechazaban la condición de “desarrollistas” para definir la sustancia de su posición política. Más bien la acariciaban y coqueteaban con ella. Una actuación, claro, dictada por razones de conveniencia que no se podía tomar en serio, pero ahí estaba, constatable. Ocho años después y pasada toda el agua bajo los puentes que hemos vivido y sufrido vemos que en los tres principales competidores de hoy (Milei, Bullrich y Massa) el enfoque dominante es neoliberal.

Es tentador unificar ambas imposturas como la eterna adaptación de los postulantes a las condiciones de mercado electoral. ¿Existe tal mutación en el electorado? Lo que se constata, una y otra vez, es el hartazgo de los administrados y el rechazo, en una proporción inédita, a permanecer optando dentro del dispositivo bicoalicional que, hasta estas últimas PASO, concentraba la mayoría del voto popular. Que Milei no represente una opción realmente integradora de la sociedad y la cultura no impide, sino que obliga, a analizar esta salida tan inesperada como incierta. Largos años de prédica pseudo liberal han generado un “estado de opinión” antiestado al que abona fluidamente el flojo desempeño del sector público en el cumplimiento de las funciones que por definición le corresponden. Y ello se ha instalado aun sabiendo que no existen sociedades avanzadas sin organismos públicos complejos y eficientes que los administren.

En cualquier caso, lo que es más grueso de advertir es la pérdida de calidad del debate público. La manipulación, descalificación y el insulto es lo más frecuente. Nadie parece preocupado por presentar opciones constructivas, salvo apelaciones genéricas de dudosa densidad. Y lo usual es dibujar una caricatura del adversario y dedicarse a destruirla del modo más sistemático que sea posible. ¿Cómo es posible que la candidata Bullrich enfoque su campaña en que el peronismo “deje de robar” y concentre sus esfuerzos dialécticos en la aniquilación del kirchnerismo? Eso no es un programa de gobierno ni nada parecido. Carenciado de futuro.

Captar la configuración ideológica de los electorados por momentos parece una pretensión desmedida de los analistas. Habría que considerar también variables menos obvias que la mera opinión y más vivenciales como (enumeración arbitraria e incompleta) la disponibilidad de acceso a bienes y servicios esenciales, la experiencia barrial, la escala de ingresos (desigualdad), el nivel educativo o las siempre gravitantes inercias de adhesiones grupales y familiares a tal o cual tradición política y/o partidaria. Ninguna de ella excluyente y todas combinándose de modo especial en cada fase o circunstancia histórica en que acontece el comicio.

Cierto es que desde aquel presunto “desarrollismo” de 2015 estamos ahora en una descarada, y por momentos brutal fase de cinismo individualista donde es pasmosa la ausencia, no ya de solidaridad, sino al menos de compasión. Cuanto tienes, cuanto vales. O una fórmula aún peor: cuanto pretendes, cuanto eres. La falacia meritocrática, pero aún apegada a una pertenencia a un conjunto social, ha cedido el lugar al desapego y el desprecio por el prójimo. Cuanto tiene que ver en esto el autismo dominante en las redes sociales es algo que dilucidarán o no, tal vez, psicólogos y sociólogos. Así, la ausencia más notoria es la de un proyecto comunitario que nos articule en una pertenencia y un destino compartido. Algo que llamábamos desarrollo.


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