Boric
El presidente electo de Chile, Gabriel Boric, el 19 de diciembre de 2021 en la celebración del triunfo en el balotaje. / Twitter

Chile tendrá un gobierno de izquierda después de 49 años. El 11 de marzo de 2022 asumirá como presidente de la república Gabriel Boric, un joven de 35 años surgido de las filas del moviminto estudiantil. Muchos de los gobiernos de izquierda de América Latina celebraron su triunfo como propio, pero todavía es una incógnita cuál será su posicionamiento una vez que llegue al Palacio de la Moneda. Su trayectoria política, construída con base en años de enfrentamiento a los partidos tradicionales y un discurso antiliberal, lo posiciona en el extremo izquierdo del arco político. De cara al balotaje, sin embargo, dio un giro rotundo hacia el centro. Con un discurso moderado y bien calibrado supo atraer al amplio electorado de indecisos. ¿Fue un cambio genuino o solo táctica electoral? Boric es el rostro de una nueva izquierda latinoamericana: más joven, sin el peso de las experiencias anteriores, con el desafío de renovar el mensaje y las propuestas. Para muchos representa una nueva esperanza; para el resto, un enigma.

El presidente electo de Chile tiene un posicionamiento fresco que desentona con otros dirigentes de izquierda. A tal punto que en reiteradas ocasiones condenó en público las violaciones de derechos humanos en Venezuela. Algo que no hicieron otras fuerzas políticas de la región, incluida el Frente de Todos en Argentina. Al menos en lo discursivo, Boric plantea una agenda progresista en el plano social y, en el económico, la construcción de un Estado de Bienestar al estilo de la socialdemocracia europea. No reivindica la experiencia chavista, sin embargo, Nicolás Maduro celebró el triunfo de Boric. “Saludo al pueblo de Salvador Allende y de Víctor Jara por su contundente victoria sobre el fascismo”, escribió Maduro en Twitter tras conocer los resultados. La mención al fascismo es una referencia al candidato de ultraderecha José Antonio Kast, que cayó ante Boric en el balotaje por una diferencia superior a 10 puntos.

A pesar de la moderación que mostró Boric en las últimas semanas, el sector privado lo mira con desconfianza. Entre otros motivos, porque llegó al poder de la mano de Apruebo Dignidad, una alianza entre el Frente Amplio y el Partido Comunista. Un punto crítico que tendrá que resolver es, justamente, si designa en el gabinete a miembros del Partido Comunista. Otro tema que genera rispideces con el establishment es la reforma fiscal, que prevé un incremento de la presión impositiva sobre las grandes fortunas equivalente al 8% del PBI.

La economía de Chile atraviesa un periodo turbulento que puede generar tensiones, más allá del posicionamiento del empresariado. El país registró en los últimos 12 meses una inflación récord del 6% acumulado, en gran medida porque la pandemia aceleró el alza de los precios, principalmente en los rubros de combustibles y alimentos. El desempleo, a su vez, subió del 8,6% al 10,8%. Para 2022 se prevé una desaceleración económica, lo que puede complicar la situación por el elevado nivel de deuda pública del país.

Un equilibrio legislativo difícil

Boric asumirá en un país profundamente polarizado y sin mayorías legislativas, aunque con un capital político importante. No solo obtuvo más del 55% de respaldo en las urnas, sino que el nivel de participación en la segunda vuelta fue el más elevado desde 2012, cuando se eliminó la obligatoriedad del sufragio. Sin embargo, conseguir los votos necesarios en el Congreso Nacional para llevar adelante las reformas que pretende el futuro presidente va a ser una tarea ardua. Apruebo Dignidad cuenta solo con 37 de los 155 diputados y 5 de los 43 senadores. Además del incremento impositivo, Boric planteó como una prioridad la reforma del sistema previsional, que actualmente es privado y es una herencia de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). Esta propuesta era uno de los principales reclamos durante el estallido social de 2019.

Otros frentes que Boric deberá abordar son el conflcito mapuche en el sur del país y el seguimiento del proceso de elaboración de la nueva Constitución Nacional. La Asamblea Constituyente es un órgano político de gran relevancia, que convive con los poderes del Estado. El propósito de la asamblea es redactar una nueva constitución para reemplazar la de 1980, elaborada durante la dictadura de Pinochet. Está previsto que el nuevo texto sea aprobado a mediados de 2022 y luego sea sometido a votación en un referéndum. A diferencia del Congreso Nacional, donde los partidos tradicionales mantienen un peso considerable, la Asamblea Constituyente tiene una primera minoría de miembros independientes, seguidos por Apruebo Dignidad.

El escenario político que tendrá que enfrentar Boric cuando llegue a La Moneda será complejo y dejará poco margen para una agenda muy disruptiva. La moderación y el diálogo son imposiciones de la relación de fuerzas más que una verdadera opción.

Equilibrio político en la región

Tras el giro de Chile, el mapa político de América Latina presenta un cierto equilibrio entre las fuerzas de izquierda y derecha, con todos los matices que merecen estas categorías para calificar a los gobiernos de la región. Hacia la izquierda quedaron inclinados Argentina, Bolivia, Chile, Perú y, en otra categoría, Venezuela. Escorados a la derecha: Brasil, Colombia, Ecuador, Paraguay y Uruguay. En Centroamérica hay un abanico amplio de izquierdas, desde las dictaduras duras en Cuba y Nicaragua, hasta la recién electa Xiomara Castro en Honduras y Andrés Manuel López Obrador en México. En El Salvador gobierna Nayib Bukele, un populista nacionalista de derecha, mientras que hay gobiernos de centro en Panamá, Costa Rica y República Dominicana.

El gobierno de Pedro Castillo en Perú es un espejo posible de lo que le espera a Boric en el poder. Este maestro marxista pasó a la segunda vuelta presidencial de este año con menos del 20% de los votos, por lo que el oficialismo es una minoría en el Congreso Nacional. Y no la ha tenido fácil. El pasado 7 de diciembre fue sometido a una moción de vacancia, a través de la cual la oposición intentaba destituirlo, pero fracasó. Enfrascado en las disputas políticas, la agenda del gobierno de Castillo mostró pocos avances concretos hasta el momento.

Un caso diferente es el de Luis Arce en Bolivia. El delfín de Evo Morales llegó al poder el año pasado y consolidó un gobierno estable, pero aún no pudo llevar adelante ninguno de los cambios significativos que se propuso. El respaldo del oficialismo sufrió una caída que se reflejó en las elecciones municipales de este año.

Elecciones en 2022

El año próximo tendrá una agenda electoral cargada. La elección más importante de la región será el 2 de octubre en Brasil, con el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva como el candidato que se perfila con mayor intención de votos. El domingo pasado, además, difundió una foto que generó un terremoto político en Brasil: se mostró sonriente y a los abrazos con Gerarldo Alckim, el derechista exgobernador de San Pablo. La señal es interpretada como una posible fórmula presidencial, que tiene una relevancia innegable. Alckim es miembro del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), la formación del expresidente y rival histórico de Lula, Fernando Henrique Cardoso. A ambos exmandatarios los une el espanto hacia la figura de Jair Bolsonaro. Hay un antecedente reciente que demuestran que es viable la convivencia a pesar de las diferencias ideológicas: en sus dos mandatos, Lula designó a políticos liberales al frente del Ministerio de Economía y el Banco Central. El pragmantismo es una marca registrada de Lula, que parece dispuesto a reconstruir una máquina política capaz de llevarlo de nuevo al Planalto.

Colombia también acudirá a las urnas en 2022, el 29 de mayo. El país viene transitando un camino complejo. En los últimos años vivió estallidos sociales intensos, el último iniciado en abril de 2021. La derecha encuentra dificultades para alinear las expectativas detrás de un candidato que pueda suceder a Iván Duque. En especial tras la designación del experimentado político Óscar Iván Zuluaga como candidato a la presidencia, lo que generó un fuerte malestar entre los pertidarios de la congresista María Fernanda Cabal, que aspiraba a ser la postulante a suceder a Duque. La izquierda, por su lado, tiene como candidato principal al exalcande de Bogotá Gustavo Petro, que igualmente enfrenta una revuelta interna basada en cuestionamientos de los movimientos feministas. 

El equilibrio actual de la región puede torcerse en 2022, en especial si hay un giro en Brasil y Colombia. Algunos ya se ilusionan con una segunda ola rosa, como se llamó a la llegada de varios partidos de izquierda progresista al poder a comienzos de siglo. ¿Un mayor alineamiento entre los gobiernos de los principales países podría facilitar la cooperación y la integración regional? Los antecedentes no son muy esperanzadores. El principal proyecto de integración de la primera ola rosa fue la UNASUR, una organización con una fuerte impronta política y pocos resultados concretos.

Le expectativa es que esta vez sea diferente. Por eso Boric tiene un gran desafío por delante: mostrar un rumbo posible para la nueva izquierda que intenta hacerse un lugar en la región. Una que haya aprendido de los errores del pasado reciente. Por el momento, es solo una posibilidad y no está claro que esa expresión vaya a arraigar en otros países de América Latina. Sobre el futuro presidente de Chile pesan grandes esperanzas, en un mundo difícil y con poca tolerancia para una nueva desilusión.


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