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La variante ómicron fue detectada inicialmente en Sudáfrica. / Getty Images

Cuando parecía que todo volvía a la normalidad y empezábamos a vivir con mayor tranquilidad, la variante ómicron de COVID-19 vuelve a encender las alertas del mundo entero.  La Organización Mundial de la Salud (OMS) la califica como “la variante más preocupante que hemos visto hasta la fecha”. En las últimas semanas gobiernos de todo el mundo comenzaron a imponer restricciones para impedir su propagación. 

¿Qué se sabe hasta ahora? “La secuencia genómica de la variante ómicron muestra 55 mutaciones respecto al virus original de Wuhan, 32 de ellas situadas en la proteína S o espícula, la más importante por su papel en la infección de las células y la respuesta inmunitaria”, explica el catedrático en genética de la Universitat de València Fernando Gonzáles Candelas en un artículo publicado en The Conversation. La acumulación de mutaciones es un motivo de preocupación, explica Gonzáles Candelas. Los primeros indicios sugieren que esta variante puede ser más resistente a las vacunas desarrolladas y tener un mayor riesgo de infección, pero todavía no hay pruebas suficientes para respaldar esta afirmación, explica el catedrático. Los síntomas, por otro lado, son leves: dolores musculares, fatiga, tos seca, picazón de garganta y fiebre. 

La aparición de la nueva variante en Sudáfrica no es sorprendende, subraya Gonzáles Candelas. Por un lado, el país tiene uno de los sistemas más desarrollados del mundo para la vigilancia genómica de SARS-CoV-2. Por el otro, África es la región del mundo con menor nivel de vacunación, lo que ya había sido advertido como un riesgo global porque facilita la propagación del virus y sus mutaciones.

El impacto económico

Los mercados de valores globales se desplomaron tras el descubrimiento de la nueva variante. Es una reacción de pánico ante la posibilidad de una nueva recesión global como ocurrió con los inicios de la pandemia, aunque nadie espera que se repitan las caídas vertiginosas de 2020.

En Europa las acciones están registrando el peor desempeño diario de este año. Las mayores caídas se registraron en el sector de viajes y turismo, el bancario, las empresas petroleras. Las aerolíneas, las empresas de cruceros que comenzaban de a poco navegar de nuevo y las cadenas hoteleras sufieron un desplome similar al del comienzo de la pandemia.

Las bolsas de América Latina están sufriendo un retroceso importante. La llegada de ómicron agrava la crisis económica en un región que trataba de salir de los estragos causados por el COVID 19 desde comienzos del año pasado. 

Israel, Japón y Marruecos cerraron por completo las fronteras por temor a la llegada de la nueva variante. Europa, EEUU y Canadá decidieron restringir el ingreso de personas provenientes de los países de África del Sur, entre los que se encuentran Botsuana, Lesoto, Malaui, Mozambique, Namibia, Suazilandia, Sudáfrica y Zimbabue. Aunque todos los gobiernos impusieron las mismas medidas hacia los todos países. Ya hay casos registrados en Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Botsuana, Canadá, República Checa, Dinamarca, Hong Kong, Israel, Italia, Países Bajos, Portugal, Sudáfrica y Reino Unido.

En paralelo aumentó la presión para una mayor cooperación internacional para acelerar las vacunaciones en África. El mismo director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, declaró que el surgimiento de ómicron “evidencia que tenemos que acelerar la igualdad en las vacunas lo antes posible y proteger a los más vulnerables en todas partes”.

La secuencia de declaraciones y medidas restrictivas tiene un aire de déjà vu, pero la situación es muy distinta a la que dio comienzo a la pandemia. Incluso si fuera necesario implementar nuevas cuarententas, ya habríamos incorporado nuevos hábitos de cuidado y estaríamos acostumbradas a convivir con el virus, no cerrarían todos los sectores y las personas podrían continuar trabajando o estudiando por medio de las nuevas tecnologías. Ni la actividad económica ni la educación sufrirían un colapso como el del inicio de la pandemia.

El mundo está en alerta y deberán tomarse nuevas medidas  —entre ellas, acelerar el ritmo de vacunación— pero estamos mejor preparados para enfrentar esta crisis.


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