La economía del conocimiento es el tercer complejo exportador de Argentina. Las exportaciones tienen una particularidad: no pasan por la aduana. “Los bienes intelectuales van desde la informática, la biotecnología, las ingenierías, los diseños y las industrias creativas”, enumera Luis Galeazzi, Director Ejecutivo de Argencon, la entidad que nuclea a las compañías de economía del conocimiento, en entrevista con Visión Desarrollista
¿Cómo está ubicada Argentina en materia de economía del conocimient a nivel global?
Argentina creció mucho hasta el 2011 o 2012. Fue uno de los países con una fase de crecimiento mayor entre los líderes mundiales. A partir del 2012, el crecimiento está amesetado. Crecimos en la última década menos que el promedio de la economía mundial, por lo que estamos retrasando en la competencia y eso es una preocupación.
¿Qué ventajas y desventajas tiene el país en este sector?
La economía del conocimiento argentina tiene una base de talento muy fuerte, un sistema educativo público y universitario muy desarrollado, emprendedores muy activos y un entramado empresarial con mucha capacidad y vocación exportadora. Produce mucho más conocimiento del que puede que consumir internamente, por lo que es un país netamente exportador. Por otro lado, tiene desventajas fuertes: la inestabilidad económica, no saber cuánto va a valer el dólar el mes que viene, la inestabilidad normativa —hay un bache normativo muy grande para el sector—, la burocracia y la poca legislación laboral afín al sector. Somos unos de los pocos países que cobra derechos de exportación a los servicios del conocimiento, lo que nos pone en un lugar bastante malo. Los países que compiten con Argentina no son tan buenos con respecto a nuestros atributos positivos pero son bastante mejores en nuestros puntos negativos.
¿Cómo ves la capacidad y el potencial de integración de la economía del conocimiento con otros sectores como el agro o el turismo?
La industria del conocimiento, a nivel mundial, no solo crece a niveles de exportación, sino que también crece transversalmente e influye en otros sectores de la economía. Si hablamos de la manufactura, tenemos que hablar de la robótica. Tenemos una gran producción que es la utilización de los servicios del conocimiento al resto de las cadenas productivas. No solo es un motor de la economía en sí mismo, sino también por lo que genera en la productividad de los sectores. Y Argentina tiene una capacidad de producción local de esos insumos que son motor de la productividad. Educación, salud, gobierno digital y turismo son sectores que se alimentan de innovaciones digitales y eso es lo que produce ese ciclo positivo.
¿Argentina puede posicionarse como referentes regional en economía del conocimiento?
Somos referentes, junto con Brasil. Somos los dos países que más exportamos. Pero hay muchos otros países que están creciendo a una tasa muy superior a la de Argentina. Están basando ese crecimiento en la fuga del talento argentino. Empresas que han surgido en nuestro país abren una oficina en Querétaro o Medellín y encuentran que allí pueden seguir desarrollando su crecimiento. Muchas empresas, en lugar de seguir creyendo en su crecimiento en Argentina, lo diversifican en otros lugares de la región. Por ejemplo, hacia Uruguay, que ha crecido más del 200% en la exportación de servicios del conocimiento.
Con respecto al proyecto de ley que tiene media sanción en la Cámara de Diputados, ¿en qué difiere con la que se había aprobado el año pasado?
El proyecto sancionado el año pasado había generado una onda positiva por el interés que generó en inversores y empresas para potenciar la producción nacional y la generación de empleo. Creaba cuatro beneficios interesantes: una reducción de las cargas previsionales, una reducción al impuesto a las ganancias, la idea de estabilidad fiscal —que el sector no podía tener durante los próximos 10 años una fiscalidad peor que la que existía en el momento de adhesión al sistema— y un recupero de los impuestos que un exportador paga fuera del país en el caso que no haya un tratado de tributación. De esos motores promocionales, se han perdido la estabilidad fiscal y se cambia por una “estabilidad de los beneficios”, lo que significa que podría haber otros impuestos que afecten al sector. A cambio, se mejoró el porcentaje de la reducción previsional. Si bien se han perdido beneficios, se han ganado otros. Dependiendo cuál sea la industria, estos cambios juegan mejor o peor que la ley anterior, no significan lo mismo para todas las empresas.
¿A qué atribuís la decisión del Gobierno de suspender la ley anterior que había tenido un respaldo amplio?
Se perdieron meses muy importentes por haber frenado la ley que debía comenzar a regir en enero de este año. Ese tiempo perdido ya no se recupera. Fue malo para el sector y para las expectativas porque la ley del año pasado había generado un real interés para afincar proyectos en Argentina. Estamos a mitad de año y todavía el tema no está resuelto. Lo que se pudo haber ganado por un beneficio adicional, se ha perdido por la no implementación de la ley. Hubiese sido mejor implementarla y eventualmente corregirla en el camino. Y así se lo hemos dicho al Ministerio de Desarrollo Productivo. Pero dada la situación en la que estamos, lo mejor que se puede hacer es que los beneficios sean percibibles lo antes posible, sobre todo en un marco de recesión como el actual. Hoy más que nunca es importante que los sectores de la economía funcionen.
¿Cuanto incide el talento argentino en el potencial del sector para generar empleo y divisas?
El talento argentino es diferencial. Esto no tiene que ver con el ego argentino, sino que realmente los centros de gestión argentinos en distintas industrias tienen una muy buena perfomance y califican muy bien cuando se miden internacionalmente. El centro de producción en Argentina califica mejor que el promedio mundial y eso hace que la calidad del trabajo argentino se destaque mucho en las tareas de media y alta complejidad. A pesar de que muchas veces Argentina no es el mejor país en términos económicos y tributarios, las empresas siguen apostando a Argentina porque encuentran la capacidad que tenemos los argentinos de encontrar soluciones. El argentino es inquieto y donde hay un problema, busca una solución. Ese atributo argentino de resolutividad se valora mucho en el mundo de la economía del conocimiento. Es un atributo que nos sostiene a pesar de tener olas negativas. Por ejemplo, el año pasado tuvimos un dólar que pasó de 40 pesos a 60 pesos, se aplicaron por primera vez derechos de exportación al sector, hubo inestabilidad política y normativa; en un clima hostil para que se desarrolle un negocio, la industria siguió operando porque hay fortalezas que justifican que el negocio prospere.
¿Cuál es la demanda a nivel de perfiles del sector?
Es muy variado. Por ejemplo, la productora Mundo Loco [de Juan José Campanella] hace desarrollos audiovisuales,hizo la película Metegol y otras películas para Netflix. Son argentinos que trabajan en el barrio de Nuñez y hay diseñadores gráficos, actores, músicos. Todo lo que hace se lo vende al mundo, y estamos hablando de industrias creativas. También tenemos Globant, que es un unicornio informático de Argentina y que bate récords. Tenemos empresas de biotecnología. Tenemos INVAP, que produce reactores y satélites. Todos ellos requieren un adecuado nivel de formación y de preparación profesional. Es muy importante la vinculación entre el sistema universitario y las industrias de la Economía del Conocimiento. Es un puente que permite alimentar el talento al desarrollo de las industrias.
¿Qué se puede hacer a nivel políticas públicas para potenciar el talento?
Obviamente, un país más estable, predecible, con sistemas tributarios menos agresivos, con mayor normalidad normativa. Todo eso hace que las empresas no tengan que mirar al exterior, sino que estén cómodas creciendo localmente. Más a nivel micro, es fundamental que las universidades sigan produciendo talento y que produzcan mejorar calidad de profesionales. El sistema educativo argentino es tan vasto porque la educación pública llega a millones y el sistema universitario tiene que seguir perfeccionándose. También es fundamental crear libertades para que la innovación fluya. Argentina tiene que mejorar en la vinculación entre el sistema científico tecnológico y el sistema productivo. En biotecnología esta vinculación funciona bien pero no en todos los sectores funciona de la misma manera. En Argentina, el vínculo entre el mundo de los negocios y de la producción con el mundo de la ciencia y la tecnología, es un puente que hay que mejorarlo.
¿Cuál es la calidad y el valor agregado de esas exportaciones de servicios?
Se exportan alrededor de 6.000 millones de dólares por año. Casi el 60% de eso son servicios profesionales, es decir, servicios de gestión empresarial —contable, tributaria, de recursos humanos—. Empresas como Accenture, JP Morgan, Chevron o American Express, tienen sus centros de gestión en Argentina. En informática, los grandes son Accenture, Globant y Mercado Libre. Hay empresas multinacionales argentinas que exportan mucho. Es una economía muy dinámica y hay países que tienen muy primarizado los servicios del conocimiento, por ejemplo India, que tiene millones de programadores cuando la programación empieza a ser una función robótica. Por lo cual, el que desplaza a India no es otro país, sino los robots que hace India. La economía del conocimiento no descansa y va generando desafíos nuevos. En Argentina es mucho más difícil reemplazar a un analista financiero que a un programador, por lo que tenemos mayor fortaleza. Cuanto más valor agregado tenga nuestra economía del conocimiento, mas resiliente va a ser y más se va a poder defender de las amenazas. El crecimiento de las exportaciones hacia nichos de alto valor agregado como la biotecnología, la ingeniería artificial y la informática nos protege de la amenaza de comoditización de los servicios.
¿La pandemia puede ser una nueva oportunidad de crecimiento para el sector?
La pandemia pone en evidencia que la economia del conocimiento es un sector a privilegiar. Hace más evidente que el futuro pasa por el desarrollo de tecnologías digitales y la ingeniería de las cadenas de valor. La ley de economía del conocimiento no es la llave que abre el tesoro, pero es un paso más. El Parque de Innovación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires está en reparación y debería concretarse. Hay muchas cosas para hacer y de eso dependerá el futuro del sector. Las cosas van a suceder si trabajamos para que ocurran. El objetivo de Argencon es crear un estado de consciencia del valor de la industria del conocimiento.
¿Cuáles son los desafíos del sector para los próximos cinco años?
Evidentemente, que haya una ley que dé estabilidad para el sector por 10 años es un principio importante. Creo que hay que mejorar las universidades, especialmente las carreras de ciencias, ingeniería e informática. Hay que revisar completamente cómo se forman estos técnicos e ingenieros en Argentina. El marco normativo debería ser estable. Si no se puede mejorar, por lo menos que no cambie. Y hay que encontrar talleres que vinculen la producción de innovación de base científica con negocios. Crear estímulos para las startups con base tecnológica será clave. Con esas cosas me conformaría.
¿Valorás nuestro contenido?
Somos un medio de comunicación independiente y tu apoyo económico es fundamental para que que este proyecto sea sostenible y siga creciendo. Hacete socio y construyamos juntos Visión Desarrollista.
,Hacete socio
xx