Irlanda
Una mujer camina junto a un letrero de "Sin frontera" en Londonderry, Irlanda del Norte / Phil Noble (REUTERS)

El Brexit se topó con una gran incógnita durante las negociaciones. Y todavía no está claro cómo se va a resolver. Es la frontera comercial en el mar de Irlanda, que separa las islas de Gran Bretaña y de Irlanda. El conflicto por la desconexión de Reino Unido sumó un nuevo capítulo la semana pasada. Fue por una carta, que anuncia: “Los grupos leales retiran su apoyo al Acuerdo (de Paz) de Belfast”. Está firmada por el presidente de un grupo paramilitar probritánico de Irlanda del Norte, el Consejo de Comunidades Leales al Úlster. Su líder, David Campbell, fue uno de los negociadores del Acuerdo de Viernes Santo de 1998, también conocidos como Acuerdo de Belfast. Ese acuerdo puso fin al conflicto armado que enfrentó durante 30 años a los protestantes probritánicos y católicos nacionalistas que luchaban por una sola Irlanda.

El conflicto se avivó por los retrasos en las entregas de vacunas contra el coronavirus en Europa. La Comisión Europea aprobó un reglamento que le otorga el derecho a prohibir las exportaciones vitales fuera del mercado comunitario. Entre ellas, las de vacunas. Esto implica la imposición de controles en la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte. Es decir, la revisión de la carga de todos los camiones. Esta medida dinamita uno de los mayores logros de las negociaciones del Brexit: mantener las fronteras abiertas entre las dos Irlandas. Nada de fronteras duras.

Como respuesta, la premier norirlandesa, Arlene Foster, exigió el fin del protocolo de Irlanda del Norte, como se conoce al conjunto de reglas que regula la relación entre las dos Irlandas después del Brexit. Esto encendió las alarmas tanto en Londres, Bruselas y Dublín. Ponía en crisis el estado actual del Brexit.

El foco del reclamo de Foster es el rechazo a la frontera marítima. El 1 de enero, cuando se instrumentó el Brexit, comenzaron los controles de los puertos sobre el mar de Irlanda para evitar que los productos que circulan en Gran Bretaña crucen a Irlanda del Norte y desde ahí a la República de Irlanda, estado miembro de la UE, sin cumplir con los estándares sanitarios del bloque europeo.

La réplica no tardó en llegar. Los paramilitares unionistas, protestantes fieles a la corona británica, pidieron el fin del Acuerdo de Viernes Santo. Es la carta ya mencionada de David Campbell, dirigida al primer ministro, Boris Johnson, y al vicepresidente de la Comisión Europea, Maros Sefcovic. El pronunciamiento de los unionistas, sin embargo, deja en claro que su principal objetivo es que se respete el protocolo de Irlanda del Norte y que sus reclamos serán “pacíficos y democráticos”.

¿Puede volver la violencia?

El Consejo de Comunidades Leales al Úlster no es el único grupo paramilitar leal a la corona británica. También están la Fuerza de Voluntarios del Úlster y el Comando Mano Roja. Todos manifestaron su preocupación por la posible interrupción del comercio entre Reino Unido e Irlanda del Norte. Ese es el fundamento para retirar el apoyo al Acuerdo de Viernes Santo. No hubo, por el momento, una reacción de la resistencia de los católicos republicanos. En la actualidad el Ejército Republicano Irlandés (IRA) se encuentra desarmado.

La República de Irlanda está preocupada por la situación. El ministro de Relaciones Exteriores, Simon Coveney, dijo que el comportamiento del Reino Unido muestra que la UE está tratando con un socio “en el que simplemente no pueden confiar”. Según el gobierno irlandés, Gran Bretaña provoca constantemente con sus idas y vueltas sobre los acuerdos del Brexit. Un ejemplo, según Dublín, es la última decisión unilateral de Londres de retrasar por seis meses la implementación de la parte del protocolo de Irlanda del Norte que exige controles en los supermercados para verificar los productos que llegan desde Gran Bretaña a Irlanda del Norte.

La frontera entre las dos Irlandas es inestable. ¿Puede volver la violencia a las calles de Belfast? Depende del gobierno británico. Boris Johnson tiene por delante un desafío muy áspero que deberá sortear para mantener la paz. El conflicto tiene otra arista. El presidente de EEUU, Joe Biden, es católico de ascendencia irlandesa y ya advirtió de que, si se rompe el Acuerdo de Viernes Santo, Washington no firmará un tratado de libre comercio con Londres.

Hasta el momento, la administración de Johnson no ha contestado la misiva de los paramilitares unionistas.


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