Arturo Frondizi y Rogelio Frigerio, fundadores del desarrollismo nacional en 1958
Arturo Frondizi y Rogelio Frigerio, fundadores del desarrollismo nacional en 1958

Cuando en unas convulsionadas elecciones de 1958 fue elegido como presidente argentino Arturo Frondizi, éste asumió no sólo la primera magistratura para gobernar el Estado, sino que  justificó su accionar desde una visión del mundo (Weltanschauung) desarrollista. Para ello se propuso destrabar junto a su alter ego y asesor Rogelio Frigerio el clivaje peronismo- antiperonismo que había sumido a la sociedad argentina en la década precedente, en pos de una síntesis “superadora” y de “centro”, encarnada en el denominado movimiento de integración y desarrollo.desarrollismo

Como idea genética que alentaba a la praxis, el desarrollismo argentino tuvo como inspirador a Rogelio Frigerio, quien desde su formación marxista y su papel de Secretario de Asuntos Económicos y Sociales de la presidencia desplegó una suerte de Weltanschauung desarrollista- frigerista. Los principales argumentos de Frigerio los expuso desde un semanario, la revista Qué sucedió en siete días o a través de sus obras más influyentes: Las condiciones de la victoria y Estatuto del subdesarrollo.

Algunos de los rasgos más propiamente frigeristas fueron:[1]

a) el carácter estructural, intrínseco y orgánico del subdesarrollo argentino: el subdesarrollo (y el desarrollo como su contracara) no era producto de ningún fatalismo ni era una condición per se apriorística, sino que era la resultante de un proceso histórico dinámico (y dialéctico) que se fue operando en la era de concentración capitalista, que adquiere, según Frigerio, la forma universal del monopolio, como etapa superior de la acumulación.[2]

b) el análisis objetivo de la realidad, entendida dentro de la lógica de un “marxismo nacional”: para Frigerio, las categorías conceptuales emanan del estudio de las condiciones objetivas de producción, pero sin caer en el determinismo mecanicista de las posturas tradicionales de izquierda, quienes no consideran el imprescindible carácter nacional del desarrollo.

c) la consolidación del modelo agro- importador: según Frigerio, el peso de la estructura agro- importadora con la cual la Argentina se insertó en la economía mundial capitalista (aceptando la lógica de la división internacional del trabajo), tuvo un impacto fundamental en las clases dirigentes “desde la derecha a la izquierda; conservadores y radicales hasta los peronistas…”[3]. Para Frigerio, esas clases dirigentes se confundieron con la “ilusión del progreso indefinido” de la Argentina.

d) la ignorancia del proceso universal de acumulación capitalista: según este “padre” del desarrollismo nacional, no se comprendió cabalmente la concentración de los capitales en unos pocos centros, sede de los grandes monopolios industriales y de los grupos financieros que dominan el mercado mundial.

e) el (sub.) desarrollo no es un dato estático, sino que es una relación: dicha relación se daba entre el desenvolvimiento de las economías primarias y de el de las grandes potencias industriales, originándose –según Frigerio– la pauperización de las primeras y el enriquecimiento de las segundas, por el deterioro secular de los términos del intercambio (DTI)[4]

f) el desarrollo consistiría en la transformación de las estructuras primarias: se deberían crear las bases industriales capaces de proveer al agro de los insumos de capital y de tecnología indispensables para su modernización. Pero debido al DTI y a los problemas de estrangulamiento externo, se debería orientar la economía al desarrollo de un modelo ISI, a partir de la integración productiva entre el agro y la industria.[5] Frigerio, además, insistía que la base de dicha integración era la explotación al máximo de los recursos naturales del país (energéticos, combustibles sólidos e hidrocarburos; minerales siderúrgicos y no ferrosos; productos químicos y petroquímicos, celulosa) para erigir una industria pesada del acero, la química y las “máquinas- herramientas” (sic, página 158)

g) reafirmación de un proceso de integración económica vertical y horizontal: Frigerio aseguraba la verticalidad en la relación complementaria entre agro e industria y la horizontalidad en cuanto a la difusión geográfica integrada de las industrias que le dieran a la Argentina un crecimiento homogéneo, destruyendo la macrocefalia (y la preeminencia) del litoral portuario. La famosa expresión de Frigerio era que la Argentina era más que el “…semicírculo de 300 km en torno al puerto de Buenos Aires…”[6]

h) despliegue del “nacionalismo de fines” (y no del “nacionalismo de medios”): sin bien el desarrollismo vendría a completar, según una clásica frase de Frigerio, “el Tercer Plan Quinquenal que Perón no pudo realizar”, no era incompatible un modelo ISI complejo con la posibilidad de las IED.

i) planificación económica del Estado desarrollista: para lo cual Frigerio diseñó una usina intelectual (a la manera del Instituto Superior de Estudios Brasileños, Iseb, de Helio Jaguaribe en el Brasil) desprendida de un grupo de estudiosos (los “frigeristas” del CIN, Centro de Investigaciones –más tarde de Estudios– Nacionales, de la avenida Luis María Campos), consolidado a modo intelligenzia dentro de un muy cuestionado entorno Un reducto de think tank, pretenciosamente similar a la prestigiosa London School of Economics and Political Science, se conformó con 150 especialistas (muchos de los cuales serían columnistas claves de Qué) entre sociólogos, economistas, estadísticos, juristas y escritores.

Como praxis política, las dificultades para implementar exitosamente al programa desarrollista mereció diferentes explicaciones. Para Catalina Smulovitz, la solución centrista encarnada en el triunfo electoral de la Unión Cívica Radical Intransigente se basó en abortar la “solución” de la Revolución Libertadora desplazando a la Unión Cívica Radical del Pueblo) y relanzando al peronismo a la escena política y con él reavivando el clivaje peronismo- antiperonismo. Lo que agravó la situación, según Smulovitz, pues el peronismo presentaba evidentes divisiones internas (sindicatos, fuerzas neoperonistas, votoblanquismo) y además el triunfo de Frondizi sepultó a aquellas fuerzas políticas que alentaron a la Libertadora a romper con el esquema de polarización, ya que el peronismo no sólo no debía ganar elecciones sino que debería ser debilitado como actor político independiente. O sea que eliminando a unos de los polos que animaban el clivaje, desaparecería la expresión de máxima tensión y máxima polarización.[7]

Por su parte, Eugenio Kvaternik reflejaba la “crisis del centrismo”, presentando el siguiente modelo interpretativo: a) la distribución de las preferencias electorales adoptaría una forma trimodal, con el peronismo en uno de los polos y el antiperonismo en el otro y entre estos dos polos, un partido denominado “centrista” (con un electorado centrista desperdigado en otros partidos como la UCRI); b) la elección de 1958 podía interpretarse como un desplazamiento del centro hacia el polo peronista, así como la de 1962 implicaba un desplazamiento del centro (Frondizi) hacia el polo antiperonista. c) el punto importante consistiría en que, según Kvaternik, a pesar de existir un electorado centrista, ningún partido ocupó el centro.  Parafraseando a Sartori  afirmaba que “las tendencias centristas existen siempre, lo que no siempre existe es un partido de centro”. d) el “núcleo duro” de la argumentación de Kvaternik está focalizado en resaltar, por un lado, que la fragmentación del centro (o crisis del centrismo) se tradujo en el fracaso del frondizismo; por el otro lado, el autor presentaba la paradoja de un peronismo proscrito que engendró, desde esa misma proscripción, la ruptura (y la imposibilidad) de consolidación de un centro, pues fueron inútiles tanto los intentos de desmovilizar políticamente a la clase obrera, como aquellos destinados a lograr su “integración” en lo que Frigerio denominaba el “movimiento nacional”. [8]

Finalmente, como proyecto de transformación revolucionario, el desarrollismo presupuso la integración que se tornaba, pues, en la llave que abriría el ansiado take off de un país que (siguiendo las tesis de Walt W. Rostow) pretendía superar su atraso estructural de una economía primaria exportadora para convertirse en un polo de desarrollo industrial en el Cono Sur. Dicha integración tenía tres aspectos y era la condición sine qua non para el desarrollo: a) se hablaba de integrar a los distintos sectores sociales como una estrategia de superación de la lucha de clases; b) se hablaba de integrar a las distintas economías regionales en un proyecto integral de desarrollo y finalmente c) la integración presuponía la conformación de un mercado común (al modo de la Comunidad Económica Europea, nacida del Tratado de Roma de 1957) junto a sus vecinos sudamericanos – especialmente el Brasil desarrollista de Kubistchek – y Frondizi también vio en la elección de John F. Kennedy y su propuesta de una Alianza para el Progreso (ALPRO) lo comprensión por parte de Estados Unidos que el mejor camino era la cooperación panamericana para el crecimiento, la democracia y el bienestar.

  • Esté artículo fue gentil y expresamente elaborado por el autor para la edición especial número 50 de Visión Desarrollista.

Fuentes

[1] Frigerio Rogelio (1969), “El carácter de la crisis crónica de la economía argentina y la estrategia para superarla”, en Desarrollo y desarrollismo, Editorial Galerna, Buenos Aires, pp. 116 a 118 y pp. 156 a 164.

[2] Ibid, página 117  desarrollismo

[3] Ibid, página 116.  desarrollismo

[4] Ibid, página 117. desarrollismo

[5] Ibid, página 157. desarrollismo

[6] Revista QUE, Año 2, Nº 99, 4 de setiembre de 1956, pp 3.

[7] Smulovitz Catalina (1988), Oposición y gobierno en los años de Frondizi 1 y 2, CEAL, Colección Biblioteca Política Argentina, N° 213 y 214.

[8] Kvaternik Eugenio (2006), Polarización, perspectivas y casos: a la búsqueda de una tipología; Documento de Trabajo Nº 1, Año 1, Buenos Aires, Instituto de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales; Universidad Católica Argentina.


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