“Somos potencialmente uno de los países más ricos de la tierra y podríamos tener un pueblo con uno de los más altos niveles de vida del mundo. En cambio, vamos empobreciéndonos paulatinamente. La inflación no cede, nuestras máquinas se desgastan y el país está estancado. La opción es clara y así lo debo advertir al país: o seguimos en esa situación, debiendo recurrir a una drástica disminución del nivel de vida del pueblo, con sus secuelas de atraso, desocupación y miseria, o nos decidimos a explotar nuestra riqueza potencial para crear las condiciones de bienestar y seguridad de un futuro próximo y cierto… O seguimos estancados y empobreciéndonos o nos ponemos de pie…” .
Así se refería el 24 de julio de 1958 el presidente Arturo Frondizi a lo que llamó “la Batalla del Petróleo” y a su decisión de “poner a la Argentina de pie”. El desarrollo argentino estaba fuertemente condicionado por las importaciones de petróleo y combustibles que abastecían más de dos tercios del consumo nacional. Argentina no contaba con los capitales suficientes para el desarrollo de su potencial petrolero.
Según Félix Luna (“Diálogos con Frondizi”, pág. 9): “Era un país que tocaba fondo, trabado por el odio, la desconfianza y los prejuicios”. ¿Suena familiar y de actualidad? Frondizi tuvo el coraje de romper con los dogmas, incluyendo los propios, convocó al capital y priorizó el desarrollo económico. En tres años la producción de petróleo se triplicó y las importaciones se redujeron a una quinta parte.
La crisis actual de nuestro país -agravada por la pandemia- es seguramente mucho peor que en 1958. Es hora de declarar la Batalla por el Desarrollo. Las condiciones financieras mundiales son muy favorables, con tasas de interés en los niveles más bajos que registre la historia y una muy abundante liquidez internacional. Es altamente probable que estas condiciones se mantengan por muchos años, debido a los muy altos niveles de endeudamiento público y privado vigentes en prácticamente todo el mundo.
Argentina tiene el potencial para desarrollar proyectos que atraigan capitales, pero debe crear las condiciones para competir con otros países. Sin inversiones no hay empleos productivos. Sin empleos productivos es imposible terminar con la pobreza y tampoco hay los recursos fiscales para mitigarla. Solo la creación de empleos productivos en el sector privado puede restablecer la sustentabilidad económica y social.
Debemos comparar cómo son las condiciones para las inversiones en Argentina respecto de otros países de la región. A partir de esa comparativa regional, formular las adecuaciones necesarias para que Argentina sea atractiva en la competencia por los capitales. Aprobar una ley de inversiones en el Congreso que otorgue estabilidad en el tiempo a los inversores. No hacerlo nos condena a una inversión cada vez menor (menos de 13% del PBI en 2019, caída profundizada a 9% del PBI en la pandemia), que no alcanza ni siquiera a reponer el desgaste de las inversiones existentes.
Las condiciones actuales no son favorables. Mercados internos con precios regulados, exportaciones con tipo de cambio intervenido y retenciones no son las condiciones vigentes en los países vecinos. Los costos tributarios, logísticos y laborales en Argentina son más altos que en otros países de la región. No hay financiamiento para la inversión. No es posible actualmente remitir dividendos al exterior. Es difícil que alguien entre adonde no podrá salir. El riesgo-país y la inflación en niveles muy altos aumentan la tasa de descuento de los ingresos proyectados para las inversiones. Es justo señalar que, con escasas excepciones, estas condiciones han prevalecido en Argentina por décadas y han configurado nuestro crítico presente.
Para revertir esta situación, deben tomarse medidas drásticas que fomenten las inversiones con destino a exportación. Nuestro pasado de incumplimientos y defaults nos complica la tarea. Nuestro presente plagado de problemas no ayuda. Pero sin inversiones no hay salida sustentable.
Parece entonces oportuno que el presidente Alberto Fernández, cuyas iniciales coinciden con las de Arturo Frondizi y también coincide su propuesta de “poner a la Argentina de pie”, coincida con aquel pragmatismo y coraje tomando las medidas para impulsar de una vez todas las reformas estructurales que el país necesita. Podremos entonces esperar que los próximos anuarios de Ámbito, testigo privilegiado y calificado de tantos años de economía argentina, nos encuentren vencedores en la Batalla por el Desarrollo de la Argentina.
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