McCain
El senador republicano John McCain. / AFP

Las elecciones presidenciales en EEUU se cubrieron en un manto de caos e incertidumbre desde la noche del martes. El presidente Donald Trump lanzó acusaciones de fraude y hasta el momento no ha reconocido la derrota. Este sábado se confirmó que Joe Biden es el nuevo presidente de EEUU.

Ante la postura caprichosa de Trump, sorprende la falta de reacción del Partido Republicano Las únicas excepciones fueron las tibias manifestaciones de algunos senadores, que afirmaron públicamente que el presidente debe reconocer la realidad. El escándalo hizo que comenzara a circular en redes sociales un video de 2008: es el discurso de John McCain reconociendo la derrota ante Barack Obama. El entonces candidato republicano dio entonces un ejemplo de responsabilidad institucional y convicción democrática que enorgullecía a republicanos y a demócratas. La talla de estadista de los dirigente estadounidense despertaba envidia en los ciudadanos de otros países. ¿Qué quedó de aquel Partido Republicano después cuatro años de Donald Trump?

John McCain provenía de una familia que había servido en la marina de EEUU. Nació en 1936 en la zona del Canal de Panamá, donde su padre había sido destinado. El joven McCain siguió los pasos de su abuelo y de su padre: se graduó en 1958 en la Academia Naval. Fue piloto en la Guerra de Vietnam. En pleno bombardeo a Hanói, capital de Vietnam del Norte, su avión fue derribado. Pasó cinco años como prisionero de guerra. Tras su liberación, continuó la carrera en la marina hasta que se retiró en 1981 con el grado de capitán. Para muchos estadounidenses, McCain era un héroe de guerra.

Ni bien regresó a su hogar, en el Estado de Arizona, se dedicó de lleno a la política. Se afilió al Partido Republicano y en 1983 fue electo para la Cámara de Representantes. Cuatro años después, ganó una banca como senador. Fue reelegido en cinco ocasiones. Siempre mantuvo una actitud conciliadora con sus oponentes en la Cámara Alta, lo que generaba roces con sus compañeros de bancada. Por su predisposición siempre abierta al diálogo hizo buenos amigos demócratas. En especial, de dos. Uno de los más cercanos era Joe Liberman. El otro es el presidente electo de EEUU, Joe Biden.

Una campaña muy dura en 2008

McCain intentó ir por la presidencia en 2000, pero perdió en las primarias contra George W. Bush. Volvió a intentarlo en el 2008. Esta vez logró la nominación. Enfrente tenía al primer candidato afroamericano, el senador demócrata Barack Obama, una verdadera celebridad que rompió con todos los manuales de campañas. Eran tiempos novedosos. Las redes sociales irrumpieron y cambiaron para siempre la manera de hacer política. Para contrarrestar la figura ascendente de Obama, la campaña de McCain buscó un golpe de efecto al colocar a una mujer en la boleta. La elegida fue la gobernadora de Alaska, Sarah Palin, que terminó siendo un verdadero dolor cabeza.

La campaña fue dura y áspera por momentos. El contexto jugó en contra de McCain. En plena crisis económica por el colapso de la burbuja inmobiliaria sumado a la pésima administración de Bush, las chances de los republicanos eran mínimas. La campaña sucia se hizo presente con acusaciones de que Obama era terrorista. Se basaban en los antecedentes familiares que profesaban la fe islámica. En una ocasión, en pleno mitin, McCain interrumpió a una seguidora que acusaba a Obama de terrorista. Le dijo: “Disculpe, pero usted está equivocada, el senador Obama es un servidor de la Nación y un verdadero patriota”.

Las elecciones fueron el 6 de noviembre. Aquella noche tensa, McCain dio el discurso que hoy circula ahora en redes. En el video se ve que el candidato republicano sube a el escenario en Phoenix, Arizona, y le habla a la Nación. Dice que acaba de llamar al candidato demócrata, Barack Obama y el público abuchea. McCain levanta las palmas, en gesto de que se detengan. Y continúa: “Felicito al senador Obama por ser electo el próximo presidente del país que ambos amamos”. Y cerró el discurso con una frase memorable: “Le deseo buena suerte al hombre que fue mi antiguo oponente y será mi presidente. Y hago un llamado a todos los americanos, como he hecho a menudo durante esta campaña, para que no se desesperen por las dificultades actuales, sino que crean siempre en la promesa y la grandeza de América”.

Hay un dato que en estas horas cobra más relevancia. McCain tenía una pésima relación con Donald Trump. El magnate inmobiliario había tildado de fracasado a McCain por haber caído en preso en la Guerra de Vietnam. La ofensa no se borró nunca, al punto de que McCain pidió expresamente que Trump no asistiera a su funeral. El veterano de guerra sufrió un cáncer cerebral terminal y murió en agosto de 2018.

El expresidente uruguayo Julo María Sanguineti dio otro recurso memorable cuando anunció este año que renunciaba a su banca de senador. Allí expresó que “la democracia se basa en una ética de la derrota, en asumir en tu interior la verdad del voto popular”. McCain expresó su discurso una honda convicción democrática. Y se ganó ese lugar en la historia.

Trump está escribiendo en estas horas su legado. Depende de la actitud que asuma cómo será recordado.


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